El BCE, la Fed y el BoE en 2021: más festín para las bolsas y más inflación (si lo logran)
La pandemia ha certificado la poco sana relación de dependencia entre mercados y bancos centrales
A estas alturas nadie se atreve a negar que 2020 ha sido un año completamente excepcional para el mundo y los bancos centrales no se han mantenido ni mucho menos al margen. El coronavirus ha creado un shock económico sin precedentes, del que los países no han logrado recuperarse todavía, que ha llevado el sistema monetario mundial casi hasta un punto de no retorno por segunda vez en poco más de una década. Pero también ha sido un año en el que las autoridades bancarias se han visto forzadas a echar mano de ingenio en las medidas implementadas para luchar contra la crisis y todo ello mientras se ponía en marcha un experimento mundial de trabajo en remoto. De cara a 2021, los expertos creen que los bancos centrales seguirán siendo el foco de atención.
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El BCE eleva a 1,85 billones la lucha contra el Covid y no se cierra a rebajar tiposA mediados de marzo ya estaba claro que el trauma iba a ser de magnitudes épicas cuando se vio una oleada de operadores huyendo de todo tipo de activos y refugiándose en el dólar, lo que incrementó la necesidad de dinero en circulación. Los bancos centrales, uno tras otro, dieron la talla y, con la experiencia de la crisis crediticia en su haber, implementaron recortes de tipos, provisiones de liquidez de emergencia, pantagruélicas compras de activos y paquetes de estímulos diseñados a medida para la pandemia. Todo con el fin de contener la sangría y evitar la quiebra.
La crisis pandémica ha certificado la poco sana “dependencia de los mercados de las autoridades monetarias”, señala Russ Mould, director de AJ Bell investment, iniciada cuando Alan Greenspan y la Reserva Federal (Fed) coordinaron un rescate del fondo de cobertura del LTCM en 1998, al estallar la crisis de la deuda rusa. Desde entonces, cada debacle económica o del mercado ha sido recibida con recortes cada vez más profundos de los tipos de interés y con cantidades cada vez mayores de alivio cuantitativo (QE por sus siglas en inglés). “Las promesas de que el QE es una medida temporal o de emergencia, o de que los bonos adquiridos se venderán, ahora seguramente sólo sirven para la papelera de la historia”, prosigue, y añade que, de cara a los próximos meses, la única pregunta que formulan inversores y analistas por igual “es cuánto más estímulo añadirán los bancos centrales, bajo cualquier acrónimo o disfraz que elijan, y qué efecto tiene en el ahorro, la inflación, las economías y los precios de los activos”.
"En realidad nadie lo sabe”, responde Mould, a la vez que indica que “los bancos centrales pueden sentir que están -todavía- fracasando en sus intentos de avivar el crecimiento y la inflación”. Con todo, considera “indiscutible” el trabajo ejecutado para impulsar los precios de los activos. “Las acciones mundiales parecen estar dándose un festín con la liquidez barata que proporcionan los programas de compra de activos (QE) del Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, el Banco Central Europeo, el Banco Nacional Suizo y la Reserva Federal de los Estados Unidos”.
Por este motivo, coincide con otros expertos al apuntar que seguirán los programas extraordinarios y las ayudas, ya que “para bien o para mal, es probable que los bancos centrales sigan siendo protagonistas el año próximo”, especialmente “porque parecen estar formando un consenso sobre permitir que la inflación se dispare”. Pero se muestra escéptico Mould en este punto ya que “eso supone que pueden ponerla en marcha en primer lugar, teniendo en cuenta que una docena de años después de la crisis no han conseguido que la inflación llegue a su objetivo del 2%”.
El BCE HARÁ EL ÚLTIMO ESFUERZO PARA APUNTALAR LA RECUPERACIÓN
Las previsiones del Banco Central Europeo (BCE) contemplan una inflación de sólo el 1,4% a finales de 2023, significativamente por debajo de esta meta incluso dentro de tres años. Por lo tanto, Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment, cree que aún le queda un último esfuerzo por realizar el año próximo. En su reunión de diciembre, el banco central coronó el paquete de apoyo contra el coronavirus de forma “más que decente”, según Moëc.
La entidad presidida por Christine Lagarde añadió un complemento de 500.000 millones de euros para el programa de compras de emergencia pandémica (PEPP) que elevó a un total de 1,85 billones de euros y amplió hasta, al menos, marzo de 2022. Esta última acción pone la guinda a unos estímulos pantagruélicos que el banco central ha ido inyectando en una economía vapuleada por la pandemia y los cierres en los países de la eurozona para contener el virus, que también incluye liquidez sin frenos para la banca con el fin de garantizar las condiciones de financiación favorables a través de los programas de refinanciación (TLTRO-III).
Sin embargo, "esto no significa que el BCE haya terminado con sus famosos límites", advierte, el experto de AXA sino que se trata de una acción que "se llevó a cabo cuidadosamente para dejar un "margen de seguridad" de tener más del 50% de la deuda elegible de cualquier gobierno”, lo que comprará algo de "paz y tranquilidad" en el mercado europeo y creará el espacio financiero que los gobiernos necesitan para seguir apoyando sus economías.
“Si nos dirigimos hacia una recuperación en la segunda mitad del 2021, este debería ser el último "gran esfuerzo" que tendría que hacer el BCE”, agrega, pese a que el Consejo de Administración se verá presionado a medida que se acerque el fin del PEPP. Un "precipicio”, a juicio del experto, al que se asomará el instituto emisor al pasar de la "relajación cuantitativa" (QE) en el marco del PEPP al "goteo" de 20.000 millones de euros en el marco del Programa de Adquisición de Activos (APP). Cree que podría llegar demasiado pronto en 2022, antes de que los gobiernos se comprometan a una consolidación fiscal decisiva, arriesgándose a un brutal aumento de las primas de riesgo que podría acabar con la recuperación. Sospechamos que habrá un "momento complicado" para Lagarde al discutir "la vida después del PEPP", “pero pensamos (y esperamos) que será un tema para finales de 2021”, redondea Moëc.
Habrá un "momento complicado" para Lagarde al discutir "la vida después del PEPP"
LA FED YA HA CONFIRMADO QUE SEGUIRÁ APOYANDO LA ECONOMÍA
Al otro lado del Atlántico, el economista de AXA investment sigue esperando que se acaben de conocer todos los detalles del paquete de estímulo fiscal en EEUU y de los subsiguientes que ponga en marcha el presidente electo, Joe Biden. Esta enésima inyección de capitales se sumará a los esfuerzos del banco central de Estados Unidos, que se ha visto obligado a engullir más de 3 billones de dólares en activos y volver a situar el precio del dinero en un rango del 0% y el 0,25% para enfrentar el impacto económico de la pandemia.
Estos esfuerzos, culmen de una acción combinada entre la Reserva Federal (Fed) y el Gobierno estadounidense, provocará que los tipos de interés a largo plazo de los EEUU aumenten en 2021, incluso si la Fed mantiene amplias compras de activos que deberían limitar un aumento sustancial de la deuda. "Esperamos que los bonos del Tesoro a 10 años se sitúen en el 1,20% a finales del próximo año", indica Moëc. Las medidas de la Reserva Federal para frenar el aumento de los rendimientos pueden ser aún más necesarias si los demócratas ganan las dos elecciones al Senado en Georgia el 5 de enero, advierte el experto de AXA investment.
EL BOE Y LOS TIPOS NEGATIVOS
El Banco de Inglaterra, por su parte, tiene la misión de que la recuperación tras la pandemia no se vea contrarestada por el impacto económico del Brexit, una vez que el acuerdo comercial entre en vigor -de forma provisional- el 1 de enero. Hasta la fecha, sus pasos se han visto contenidos a la espera de la resulución del divorcio, aunque no han escatimado en esfuerzos que han dejado los tipos en el 0,1% y elevado las compras hasta 895.000 millones de libras.
Por ahora, el tratado alcanzado con la Unión Europea (UE) para el libre comercio, “ha evitado el escenario catastrófico del Brexit sin acuerdo”, subraya Stephen Innes, analista de Axi Trade, lo que ha alejado cualquier medida de las autoridades para paliar el divorcio a las malas, como que el Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) bajara los tipos por debajo de cero".
Sin embargo, el analista hace hincapié en que, igualmente, las barreras para el intercambio de mercancías aumentarán en 2021 en comparación con el actual status quo. "De hecho, esto requiere una libra esterlina ponderada por el comercio más débil para compensar la menor competitividad, lo que podría eventualmente desencadenar una mayor respuesta política del gobierno y de la Vieja Dama de la calle Threadneedle”, como adentrarse en los tipos negativos, redondea el analista.