Prioridades frente a un otoño complicado
Resultan evidentes las diferencias entre los países democráticos y los autocráticos
No cabe duda que estamos en una situación mundial muy complicada. En los últimos 70 años nunca habíamos visto tantos “cisnes negros” en contemporáneas.
Venimos de una gran crisis financiera y económica, seguimos afrontando una pandemia y ahora una guerra de la cual no se conoce todavía la evolución, pero se empiezan a ver las consecuencias que podrían ser aún más graves de las que actualmente tenemos a la vista.
La situación que se perfila es una crisis energética con profundas repercusiones industriales y sociales, una crisis alimentaria causada por la guerra a la cual se suma una crisis climática con graves sequías que reduce la disponibilidad de agua y complica la producción agrícola.
La ilusión de una globalización generadora del libre comercio y de una paz sustancial motivadas por los intereses económicos recíprocos entre los países se ha disuelto con la invasión en Ucrania.
Ahora más que nunca resultan evidentes las diferencias y las contraposiciones entre los países democráticos y los autocráticos.
De un sentimiento de libertad por vivir en un mundo abierto se ha pasado a la dura realidad de un mundo más pequeño, inmerso en una tormenta perfecta en la cual la política y la población se encuentran frente a incertidumbre y confusión.
Estamos asistiendo a la tentación de crear un nuevo orden mundial cuyas consecuencias se suman a las dificultades políticas y sociales de los distintos países.
La incertidumbre y el riesgo concreto de perder el bienestar hace que los países democráticos sean los más vulnerables.
El prevalecer del miedo social por la incapacidad de respuesta política a los actuales graves problemas puede condicionar las elecciones, como ha pasado en Francia y podría pasar en otros países europeos.
El próximo complicado otoño podría generar divisiones sociales y políticas que romperían la unidad europea hasta ahora fatigosamente conquistadas como respuesta al Covid y a la invasión de Ucrania.
Personalmente creo que en estos difíciles momentos Europa tiene que seguir demostrando su voluntad solidaria para mantener la unidad de sus miembros y la política, de manera más colaborativa posible entre los partidos, tendría que ir a la esencia, hablar de manera clara a la población y indicar las prioridades.
Prioridades esenciales a no alimentar la desesperación social y consecuentemente preservar y defender el bien más precioso que es la democracia, como he escrito en un antecedente articulo en ABC.
Para preservar y defender la democracia en esta emergencia, la política debe, de una parte responder a las grandes cotidianas dificultades de la sociedad, y de la otra actuar de manera estratégica para el medio largo periodo.
El impacto cotidiano de la inflación energética para las industrias y también para alimentar a las familias es cada día más devastador, y por esto se deben encontrar urgentemente medidas concretas.
En términos estratégicos se deben perseguir con determinación dos objetivos: diseñar una política energética y agrícola que se base en la diversificación y la auto producción para no depender totalmente de los países autocráticos, y parar una guerra que si fuera larga sería nefasta para todos pero en particular para Europa y para su estabilidad social y política.
Según mi opinión, la complejidad y la gravedad de la situación económica y social requiere a una Europa directamente interesada, no solo y justamente sancionar al invasor y ayudar a Ucrania, impone también una leadership diplomática para promover cuanto antes una amplia conferencia de paz y la creación de una mesa a la cual sentarse con Ucrania, Rusia, Estados Unidos y China.
Quizás esta es la única posibilidad de conseguir una tregua en el combate y unas negociaciones que lleven a una conclusión duradera de la crisis.
Aunque una eventual conclusión de la crisis no reduce inmediatamente sus consecuencias, porque para esto serán necesarios años y nada será como antes, por lo menos es la vía para salir de una tormenta perfecta y tomar un respiro que nos permita de ver un horizonte más positivo.