En el 25 aniversario de su primer memorando sobre el "comportamiento irracional" de las acciones tecnológicas y de Internet, Howard Marks, uno de los inversores más respetados en el mundo financiero, vuelve a abordar el tema de las burbujas para poner el foco en las cinco señales de advertencia que está lanzando el mercado en la actualidad.
El fundador de Oaktree Capital Management destaca que los '7 Magníficos', esto es, Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla, han dominado el S&P 500 en los últimos años y han sido responsables de una parte muy desproporcionada de sus ganancias. Pero ¿es una burbuja?
Marks parte de la base de que una burbuja o un crash "es más un estado mental que un cálculo cuantitativo".
"En mi opinión, una burbuja no sólo refleja un rápido aumento de los precios de las acciones, sino que es una manía temporal caracterizada por, o, quizás mejor, resultante de una exuberancia altamente irracional; una adoración absoluta de las empresas o activos en cuestión, y la creencia de que no pueden perderse; el miedo masivo a quedarse atrás si uno no participa (FOMO); y la convicción resultante de que, para estas acciones, 'no hay precio demasiado alto'".
Así pues, para discernir si existe una burbuja, estima que se pueden observar los parámetros de valoración, aunque remarca que "desde hace tiempo" cree que un diagnóstico psicológico es más eficaz.
"Siempre que oigo decir 'no hay ningún precio demasiado alto' o alguna de sus variantes (un inversor más disciplinado podría decir 'por supuesto que hay un precio demasiado alto, pero aún no hemos llegado a ese punto'), lo considero una señal inequívoca de que se está gestando una burbuja", añade Marks.
Es más, asocia las burbujas a los nuevos acontecimientos, a las innovaciones, sobre todo tecnológicas o financieras, que afectan inicialmente a un pequeño grupo de valores, pero que a veces se extienden a mercados enteros.
"Hubo burbujas en las acciones de la Nifty Fifty en la década de 1960, en las empresas de unidades de disco en la década de 1980, en las acciones de TMT/Internet a finales de la década de 1990 y en los títulos respaldados por hipotecas de alto riesgo en 2004-06".
Por ello, afirma que cuando algo está en el pedestal de la popularidad, el riesgo de que decaiga es alto. "La cuestión es que cuando las acciones suben demasiado rápido –desproporcionadamente respecto del crecimiento de las ganancias de las empresas subyacentes– es poco probable que sigan apreciándose", dice Marks.
SEÑALES DE ADVERTENCIA
Con este telón de fondo, el experto comenta que "antes de hace dos años, sólo hubo cuatro ocasiones en la historia del S&P 500 en que tuvo un rendimiento del 20% o más durante dos años consecutivos. En tres de esos cuatro casos (una muestra pequeña, ojo), el índice cayó en el periodo de dos años posterior. (La excepción fue 1995-98, cuando la poderosa burbuja de las tecnologías, la tecnología y las telecomunicaciones provocó que la caída se retrasara hasta el año 2000, pero luego el índice perdió casi el 40% en tres años)".
En los últimos dos años, esto ha sucedido por quinta vez. El S&P 500 subió un 26% en 2023 y un 25% en 2024, el mejor período de dos años desde 1997-98. Y llegamos a 2025. ¿Qué nos espera? Aquí hay cinco señales de advertencia:
1. El optimismo que prevalece en los mercados desde finales de 2022.
2. La valoración superior a la media en el S&P 500 y el hecho de que sus acciones en la mayoría de los grupos industriales se venden a múltiplos más altos que las acciones de esas industrias en el resto del mundo.
3. El entusiasmo que se está aplicando a la nueva cosa de la IA, y quizás la extensión de esa psicología positiva a otras áreas de alta tecnología.
4. La presunción implícita de que las siete empresas principales seguirán teniendo éxito.
5. La posibilidad de que parte de la apreciación del S&P se haya debido a la compra automática de estas acciones por parte de inversores del índice, sin tener en cuenta su valor intrínseco.
Además, y aunque no esté directamente relacionado con las acciones, menciona el bitcoin, puesto que, independientemente de sus méritos, el hecho de que su precio haya subido un 465% en los últimos dos años no sugiere un exceso de cautela.
"En noviembre, un par de bancos importantes publicaron proyecciones de rentabilidad para el S&P 500 a diez años de entre un dígito bajo y un dígito medio. No debería sorprender que la rentabilidad de una inversión sea en gran medida una función del precio pagado por ella. Por esa razón, los inversores claramente no deberían ser indiferentes a la valoración del mercado actual", concluye Marks.