El riesgo geopolítico va 'in crescendo'. Después de que Ucrania haya lanzado misiles estadounidenses de largo alcance contra Rusia, tras recibir el permiso de Washington, y con la aprobación de la nueva doctrina nuclear rusa el foco vuelve a estar sobre la guerra que libran ambos países. Esto, sin olvidar la escalada del conflicto en Oriente Próximo. Todo ello ha aumentado la preocupación de los inversores ante la probabilidad de que un error de cálculo desencadene una contienda mayor. ¿Cómo navegar los mercados en un entorno tan convulso?
"Las bolsas mundiales se mantienen cerca de máximos históricos, a pesar de la escalada del conflicto en Oriente Medio. A largo plazo, los shocks geopolíticos han tenido un impacto limitado en los mercados mundiales. Sin embargo, pueden ser una fuente de volatilidad significativa a corto e incluso a medio plazo", explica Grace Lavelle, directora de estrategia de inversión, Cazenove Capital (Schroders).
De hecho, 2022 fue un claro ejemplo de ello ya que, con la invasión de Ucrania, los precios de las materias primas se dispararon, lo que contribuyó a un fuerte aumento de la inflación y a pérdidas significativas tanto en los mercados de renta variable como en los de renta fija.
Con estos antecedentes, desde la gestora ven importante permanecer invertidos durante los periodos de incertidumbre. Y aunque reconocen que los altos niveles de volatilidad pueden no estar alineados con el apetito por el riesgo de un inversor, destacan que "los acontecimientos geopolíticos también pueden crear riesgos y oportunidades a corto plazo que queremos evitar o aprovechar".
En este sentido, la clave para gestionar el riesgo geopolítico en las carteras pasa por la capacidad para asignar capital entre las diferentes clases de activos y las distintas regiones del mundo.
Así, en Schroders abogan por "una combinación de activos defensivos que diversifiquen y protejan las carteras de las crisis, ya sean económicas o geopolíticas. Esto incluye generalmente bonos soberanos, que tienden a actuar como 'activo refugio' cuando los inversores están inquietos".
No obstante, Lavelle advierte que, como se ha visto en los últimos años, los bonos no siempre son la forma más eficaz de protegerse cuando la inflación es alta.
"Y el aumento de la inflación suele ser una de las consecuencias de las guerras y los conflictos, que pueden interrumpir las rutas comerciales y el suministro de materias primas. En consecuencia, cuando nos preocupa el riesgo geopolítico, es probable que también estemos expuestos de manera significativa al oro y a otras materias primas. Actualmente mantenemos ambas", agrega.
Precisamente, y respecto al oro, en la firma dicen que ha sido uno de los activos más rentables del año (+27,5% hasta finales de septiembre). "La rentabilidad de otras materias primas ha sido desigual, pero creemos que siguen siendo un importante elemento diversificador dentro de las carteras".
Las divisas son otra de las herramientas que ayudan a gestionar el impacto de los conflictos. "Las carteras tienen una exposición significativa al dólar estadounidense y al yen japonés, que pueden actuar como refugio en periodos de mayor volatilidad. Esto proporciona a las carteras cierta protección", señala Lavelle.
PLANIFICACIÓN DE ESCENARIOS
Pero quizá la parte más importante que los inversores deben tener en cuenta es comprender lo que los distintos escenarios podrían significar para la economía y los mercados.
"Una aportación clave en nuestro trabajo de planificación de escenarios es el análisis de los economistas de Schroders. El equipo examina una amplia gama de escenarios para la economía mundial, incluidas las crisis geopolíticas", detallan desde la gestora.
Un escenario que han modelizado recientemente es una guerra en Oriente Próximo, con una escalada de los precios del petróleo hacia los 150 dólares por barril y el cierre de las principales rutas marítimas.
Ante este contexto, es probable que el impacto macroeconómico sea altamente "estanflacionario", con un aumento de la inflación y una ralentización del crecimiento mundial, como ocurrió tras la invasión de Ucrania.
"La guerra y los conflictos pueden tener consecuencias muy negativas para países concretos e incluso para la economía mundial. Al mismo tiempo, la historia sugiere que posicionarse para el peor de los casos resulta costoso a largo plazo. Un enfoque pragmático y activo es esencial para conseguir el equilibrio adecuado", concluye Lavellle.