La película de los tipos de interés en Estados Unidos ha cambiado mucho en apenas unos meses. La inflación y otra retahíla de datos macroeconómicos más resistentes de lo esperado a comienzos de año ha hecho que la Reserva Federal (Fed) haya modificado por completo la hoja de ruta planteada el pasado mes de marzo. Sin embargo, los últimos indicadores parecen dar algo de aire a una Fed que se encuentra en una encrucijada sobre cuándo y cuánto bajar las tasas oficiales.
En este sentido, Thomas Hempell, responsable de estudios macroeconómicos y de mercado de Generali AM (parte del ecosistema de Generali Investments), cree que la incertidumbre en la hoja de ruta de la Fed ha tenido su efecto en el ánimo de los inversores, que "parecen haber tirado la toalla". "Los mercados no prevén una primera bajada de tipos de la Fed hasta noviembre y consideran que el ciclo de relajación finalizará por encima del 4%, casi un punto porcentual por encima de los niveles que consideramos neutrales", explica.
Para el experto de la firma italiana, esta decepción se basa en una creencia errónea de que domar "el último tramo de inflación" sería más fácil de lo que finalmente ha resultado ser, por lo que el mercado "podría estar a punto de volverse excesivamente pesimista en este frente". "Durante algún tiempo hemos sostenido que resultaría accidentado y que los casi siete recortes acumulados de los tipos de interés de la Fed para 2024, que los mercados valoraron en torno al cambio de año, reflejaban un optimismo exagerado", apunta.
LA PRIMERA BAJADA SE ESTÁ COCINANDO
No obstante, no todo es negativo. Y es que, a pesar del decepcionante dato de inflación en EEUU en marzo –repuntó al 3,5% y la tasa subyacente se mantuvo en el 3,8%–, los últimos datos de empleo reflejan un enfriamiento del mercado laboral más que bienvenido por parte de la Fed, el cual ha venido acompañado de una moderación del crecimiento salarial.
"Si se excluyen los costes de la vivienda, el IPC subyacente preferido por la Reserva Federal se acerca ya al objetivo (2,2% interanual), mientras que los alquileres de los nuevos inquilinos apuntan claramente a una moderación de los costes de la vivienda. Puede que los bienes ya no sean deflacionistas, pero el ISM apunta a una inflación más suave en los servicios", reflexiona Hempell.
En este contexto, el experto de Generali AM opina que la Reserva Federal esperará a conocer datos "más tranquilizadores" tras las recientes lecturas dispares, por lo que la primera bajada de los tipos todavía tardará algo en llegar… pero menos de lo que calcula el mercado.
"Ahora esperamos el primer recorte de tipos de la Reserva Federal en septiembre, en lugar de en julio, aunque aún se esperan 3 impresiones mensuales del IPC y del PCE subyacente antes de la reunión del 31 de julio. En cualquier caso, seguimos convencidos de que los datos de inflación reforzarán en última instancia los argumentos a favor de una secuencia más larga de recortes trimestrales de los tipos de la Reserva Federal", apunta este estratega.
Esto se corresponde con la visión de otros analistas como los de Berenberg, los cuales opinan que la Fed "no tiene necesidad" de recortar los tipos de interés "rápidamente", ya que la reciente relajación de los datos macroeconómicos refuerza la postura dependiente de los datos de Powell y los suyos. "Parece ser un regreso a la normalidad más que el comienzo de una verdadera tendencia bajista. Si los datos no indican una necesidad clara de actuar, la Fed tal vez prefiera esperar hasta que las elecciones estadounidenses de noviembre hayan pasado", agregan.
En este contexto, Generali AM apuesta por el crédito en grado de inversión, aunque recomiendan ser prudentes con la duración. "Los brotes verdes de la economía mundial (incluida la eurozona) y la inestabilidad de la inflación en EEUU mantienen los riesgos para los rendimientos a corto plazo, como se puso de manifiesto en abril. No obstante, consideramos que los rendimientos del Tesoro estadounidense a 10 años por encima del 4,60% constituyen un buen nivel de entrada", destaca la firma italiana.
"Unas perspectivas económicas más halagüeñas mantendrán apuntalados los beneficios empresariales, pero los riesgos geopolíticos y unas valoraciones que aún ponen precio a mucho optimismo cíclico nos dejan neutrales en segmentos de mayor riesgo como la renta variable y los altos rendimientos. Anticipando unos diferenciales estables en nombres de alta calidad en medio de brotes verdes en la zona euro, preferimos el crédito IG en euros financiado con infraponderaciones en efectivo y bonos del Estado a corto plazo", sentencia Hempell.
¿Ý QUÉ HARÁ EL BCE?
Por otro lado, Hempell considera "exagerados" los temores de que el Banco Central Europeo (BCE) se abstenga de flexibilizar su política antes que la Reserva Federal. En este sentido, este analista recuerda que los responsables del BCE ya han dejado caer que un recorte de las tasas oficiales está a la vuelta de la esquina tras el cónclave de abril. Es más, Philip Lane, miembro del Comité Ejecutivo, asegura que una primera reducción en junio "no sería una sorpresa", mientras que el vicepresidente Luis de Guindos ha llegado a afirmar que es un "hecho consumado" que los tipos bajarán el próximo mes de junio.
"Quienes defienden posiciones más laxas (dovish) del BCE tienen razón al subrayar que una Reserva Federal indecisa endurecerá las condiciones financieras también en la zona euro, debido a las repercusiones en los mercados de renta fija. Tampoco nos preocupa demasiado el tipo de cambio, ya que se necesitaría un fuerte golpe en el euro ponderado por el comercio para alterar materialmente las perspectivas de inflación de la zona euro. Dado que la desinflación de la zona euro sigue siendo favorable, todavía tenemos en cuenta entre 75 y 100 puntos básicos de subidas del BCE para este año", sentencia.