La gestión pasiva solo funciona cuando la bolsa sube, según Fidelity

Podría no tener tanto sentido por sí sola en cartera en este punto del ciclo

  • La gestora promueve un enfoque más cauteloso, donde la gestión activa cobra más peso
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Los días de vino y rosas para la gestión pasiva en fondos de inversión pueden estar tocando su fin. Al menos, en una parte. Replicar índices bursátiles con ETF o fondos indexados ha tenido sentido en el mercado alcista vivido durante los últimos años, pero el ciclo económico podría estar a punto de virar y los expertos comienzan a vislumbrar la necesidad de introducir fondos activos en la antesala de una posible corrección.

Desde 2012, la rentabilidad de la inversión activa (medida por fondos de acciones estadounidenses) en valores de gran capitalización ha sido, en relativo, mayor comparativamente pero menguante frente a la rentabilidad neta del S&P 500 y, desde 2014, directamente ha sido peor, según datos de Morningstar recogidos por Fidelity.

Batir a un índice muy concentrado sectorialmente como puede ser el Ibex 35 es relativamente fácil para los gestores si sus apuestas son las correctas, pero hacerlo mejor que un índice tan eficiente y bien compuesto sectorialmente como el S&P 500 es harina de otro costal. De ahí el gran flujo de dinero que se trasvasado desde los fondos de gestión activa (donde un gestor o equipo de gestión pone sus mejores ideas de inversión a trabajar para batir al índice de referencia) a los fondos de gestión pasiva (que buscan replicar un índice a bajo coste).

Según un informe de Fidelity, “la inversión pasiva está viviendo una edad de oro”. Las captaciones de los fondos cotizados (ETF) e indexados se han disparado, aumentando alrededor de 2,6 billones de dólares en la última década, mientras que las estrategias de inversión activas han registrado salidas de más de dos billones de dólares durante el mismo periodo.

Sin embargo, el ciclo económico está dando ciertas señales de alarma y los expertos de Fidelity ya están abordando la problemática de cómo recomponer las carteras de sus inversores combinando gestión pasiva y activa. En realidad, “ninguna inversión es verdaderamente pasiva”, puntualiza Sebastián Velasco, director general de Fidelity para España y Portugal, ya que “la gestión pasiva conlleva, como mínimo, tres pasos previos de gestión activa”.

Para invertir de forma pasiva, primero hay que decidir si uno está en renta fija, renta variable u otro activo. Después, discernir si merece la pena estar en un país u otro para, finalmente, seleccionar con criterio qué índice financiero replicar.

SEÑALES DE CAMBIO DE CICLO

Pero, tal y como se entiende la gestión pasiva hoy día, podría no tener tanto sentido por sí sola en cartera en este punto del ciclo. “Desde los felices días de 2017, las condiciones han cambiado”, subraya el informe de Fidelity. La dinámica de crecimiento está frenándose, los bancos centrales están endureciendo la política monetaria y el ascenso del precio del petróleo presiona aún más al alza la inflación, a lo que se le suma una volatilidad del mercado que ha dejado atrás sus mínimos históricos.

A juicio de la gestora, “no parece probable una recesión a corto plazo. Sin embargo”, aclara, “está plenamente justificado un enfoque más cauteloso para proteger el capital frente a un escenario potencialmente más perturbador”. Y es aquí de donde extrae la conclusión de una menor necesidad de gestión indexada en el punto actual del ciclo. “Las estrategias pasivas no son demasiado útiles por sí mismas a la hora de mitigar los riesgos, ya que simplemente replican un índice general y, a medida que las condiciones externas se vuelven menos seguras, los mercados suelen reaccionar en consecuencia”. El aviso a navegantes está lanzado, ahora el inversor tiene la palabra final de cómo exponerse o batir al mercado.

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