- Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía quieren terminar con la hegemonía de Madrid como punto de partida de todos los trenes
- Los empresarios del norte de España replican la iniciativa patronal mediterránea para ejercer su influencia sobre Fomento
El 21 de abril de 1992 arrancó una ilusión. El primer tren de alta velocidad español cubrió los 471 kilómetros que separan Madrid de Sevilla a una velocidad de 250 km/h. La capital andaluza estaba volcada en este hito, pero, sobre todo, en la inauguración de la Exposición Universal que esperaba recibir a 16 millones de visitantes por sus calles.
España estaba como nunca abierta al mundo, en pleno apogeo modernizador, con la Expo y las Juegos Olímpicos como máximos exponentes internacionales de la joven democracia española. Y la guinda del pastel era el AVE, un tren que los vecinos europeos ya disfrutaban desde hacía una década, como el TGV francés o el InterCity alemán.
25 años después, el AVE llega a 47 ciudades españolas, cuenta con una infraestructura de 3.100 km en servicio, lo que convierte a España en el segundo país del mundo con más vías de alta velocidad sólo por detrás de China. Renfe consiguió en 2015 por primera vez en su historia cerrar las cuentas con unos beneficios netos de 37,3 millones de euros y en 2016 el avance de resultados mejora el beneficio bruto de explotación (ebitda) hasta los 450 millones de euros, un 12,5% más respecto al 2015.
Sin embargo y aunque el número de viajeros ha ido en aumento en los últimos años, el mantenimiento y construcción de las vías corre a cargo de la empresa pública Adif Alta Velocidad que presentó unas pérdidas de 361,25 millones en 2015, una caída del 66% respecto a 2014. Más allá del retorno por ingresos, difícil incluso en el transporte por carretera como se ha visto en las autopistas radiales, su inversión total asciende a 51.775 millones de euros, lo que significa un desembolso 1.112 euros por cada español.
En estos 25 años hay algo que no ha cambiado en la alta velocidad española: la configuración de las obras desde Madrid hacia las distintas ciudades, sin ningún punto que conecte el resto de grandes ciudades como Barcelona, Valencia o Alicante o el tramo entre las grandes capitales andaluzas. Algo de lo que el Gobierno es consciente, los empresarios y también las comunidades autónomas volcadas en la demanda de más kilómetros de AVE.
De hecho, la alta velocidad llegará entre el final de la legislatura y la próxima a algunas comunidades y ciudades que todavía no disponen de esta infraestructura como Galicia, Asturias, País Vasco, Extremadura, Castellón, Granada, Murcia y Almería. El desafío para Fomento en los próximos años es triple: seguir invirtiendo en esta infraestructura, pasar de la España radial a la circular y no descuadrar las aún maltrechas cuentas públicas.
Para ello el Ministerio de Fomento, que encabeza el cántabro Íñigo de la Serna, va a destinar este año, si se acaban aprobando los Presupuestos Generales del Estado, 4.471 millones de euros. Esta cifra representa casi la mitad de todas las inversiones que pretende acometer el Departamento por 8.969 millones.
Más allá de los gobiernos regionales, quién está empujando con más fuerza para que se ejecute el corredor mediterráneo son las patronales catalana y valenciana
Este presupuesto no es el que De la Serna querría para el Ministerio que dirige. Montoro ha aumentado el gasto social un 1% en el proyecto de presupuestos para este año, en una estrategia continuista respecto a los de 2016, y ha metido la tijera, sobre todo, en el capítulo de infraestructuras que caen un 11,6% respecto a lo presupuestado el pasado año. Sin embargo, la parálisis política que vivió el país desde principio de año hasta septiembre puso en jaque muchas inversiones y Fomento presume ahora de que el aumento respecto a lo construido en 2016 es del 45%.
Más de un tercio del dinero que se destinará al ferrocarril corresponde al AVE a Galicia y al Corredor Mediterráneo, el gran proyecto para conectar Algeciras (Cádiz) hasta el Pirineo, pasando por Murcia, la Comunidad Valenciana y Cataluña. Otros grandes proyectos como el llamado corredor atlántico se difumina en las inversiones para llevar el AVE desde Madrid a Asturias o al País Vasco y un tren de altas prestaciones a Cantabria, pero sin puntos de conexión por la vertiente cantábrica. El modelo de Madrid a la periferia se reproduce, salvo en el gran proyecto mediterráneo.
Este corredor es una de las grandes reivindicaciones de las comunidades del este de España desde los años 90 cuando se fraguó el AVE sevillano. Estas autonomías ponen sobre la mesa que representan la mitad de la población española, el 45% del PIB y el 63% de las mercancías portuarias y también la mitad de los turistas que visitan cada año España. Su principal baza es la conexión con Europa para exportar más e impulsar la competitividad del continente.
UN ‘LOBBY’ EUROPEO Y UN ‘LOBBY’ ESPAÑOL CONTRA LA ESPAÑA RADIAL
Más allá de los gobiernos regionales, quién está empujando con más fuerza para que este proyecto llegue lo antes posible son los grandes empresarios de estas comunidades y en particular, las patronales catalana y valenciana, Foment del Treball y la Asociación Valenciana de Empresarios, respectivamente. Esta última ha lanzado la página web Corredor Mediterráneo y las reuniones por todas las capitales mediterráneas como Murcia, Tarragona o Barcelona no paran de sucederse.
Su referente es el ‘lobby’ europeo Ferrmed, una asociación sin ánimo de lucro, tal y como se presentan en su web, que busca la mejora de las conexiones de los puertos y aeropuertos y la reivindicación “del Gran Eje Ferroviario de mercancías Escandinavia-Rin-Ródano-Mediterráneo Occidental” con el objetivo de “un desarrollo más sostenible a través de la reducción de la polución y de las emisiones de gases que afectan al cambio climático”.
Su presidente es el catalán Joan Amorós, un veterano ejecutivo, exconsejero delegado de Nissan España y abiertamente independentista. El resto del comité de dirección está formada por empresarios franceses, italianos, holandeses, pero sobre todo mucho español desde representantes de la Autoridad Portuaria de Cartagena o Motril pasando por empresas como Ford o Seat.
El gran apoyo desde el poder económico de Madrid lo encarna José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, al que se le ha visto en más de una reunión por el corredor mediterráneo
Entre los que más fuerza está haciendo a nivel doméstico cabe destacar al armador valenciano, con un paso fugaz por la presidencia del Real Madrid, Vicente Boluda. Capitanea desde 2011 la Asociación Valenciana de Empresarios, una patronal que aborrece de las subvenciones públicas acotada a los grandes empresarios de la Comunidad donde destaca la presencia de Juan Roig, presidente de Mercadona, volcado también en el corredor mediterráneo. A nivel catalán, los rostros más visibles son Juan José Brugera, al frente de la inmobiliaria cotizada Colonial y del Círculo de Economía. Javier Godó, editor de la prensa con más tirada de Cataluña o Joaquín Gay de Montella, de Foment del Treball, también se encuentran en el mismo vagón para impulsar el corredor.
El gran apoyo desde el poder económico de Madrid lo encarna José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, al que se le ha visto en más de una reunión junto al resto de empresarios, consciente de la importancia que tiene para su entidad la Comunidad Valenciana, por la absorción de Bancaja al grupo. La Cámara de España y su presidente José Luis Bonet también han dado apoyo a la iniciativa como el Instituto de la Empresa Familiar.
El perfil de estos empresarios es básicamente un gran exportador, que ve en el tren una forma de transportar sus mercancías de una forma más económica que los camiones que son los que soportan el gran peso de las exportaciones actuales. Además de las multinacionales del automóvil que dan apoyo al corredor, Seat, Nissan y Ford, también se han sumado los responsables de agroalimentarias como El Pozo, García-Carrión, Tarradellas, Chocolates Valor o Importaco, además del sector azulejero representado por Pamesa (Fernando Roig) o Keravent.
El pasado enero, las patronales de Galicia, Asturias, Cantabria y León replicaron esta iniciativa para formar la Plataforma para el Impulso de la Logística en el Noroeste, un calco norteño al eje mediterráneo que espera atraer a la importante patronal vasca Confebask. Sin tantos empresarios de renombre entre sus filas, están todavía lejos de llegar a la influencia que ejercen los patronos del levante, pero ya han puesto la primera piedra en el camino para acabar con la España radial de estos 25 años de AVE.