Hace diez años tal resultaba más fácil plantearse contratar un préstamo personal puntual que cualquier otra posible manera de financiarnos. Eso hoy en día ya no es cierto, más aún, realmente son más simples otras opciones como las que se abren con los préstamos permanentes o preconcedidos.
Sobre el papel estos préstamos son claramente mejores que un préstamos personal al uso: son más baratos, tienen menos comisiones, una vez aprobados se encuentran disponibles en todo momentos y, además, a medida que devolvemos lo dispuesto vuelve a reactivarse el préstamo por la suma de lo devuelto más lo no dispuesto hasta el límite de financiación. Pero, no todo son virtudes en estos productos.
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Plantearse la contratación de un préstamo permanente sin embargo, significa plantearse un volumen de vinculación con la entidad que nos lo ofrece generalmente mucho más alto que al contratar un préstamo personal, un volumen de vinculación que no todos los usuarios están dispuestos a asumir, y que además puede hacer en muchos casos que un producto en principio atractivo no lo resulte tanto al sumar costes y comisiones del resto de productos vinculados para su contratación.
En esencia este producto se basa en la vinculación del usuario con la entidad financiera a través de la domiciliación de la nómina (con otros productos añadidos en algunos casos). A partir de los ingresos del usuario se determina por parte de la entidad una cantidad determinada en concepto de crédito preconcedido, esto viene a significar que el usuario podrá disponer de dicha cantidad o parte de ella en cualquier momento atendiendo posteriormente a las condiciones particulares de devolución del producto, que generalmente se muestra con unos intereses razonables aunque en plazos cortos de amortización.
Pros y contras
Las ventajas de este modelo de financiación son evidentes; acceso a una cantidad de manera inmediata en el momento que se necesita y sin tramites que alarguen el proceso en el tiempo. Sin embargo los riesgos también existen y deben ser tenidos en cuenta.
Por un lado existe la innegable posibilidad de trasladar nuestro modelo de ingresos a un sistema de ingresos a crédito si no somos capaces de asumir la carga de la amortización y necesitamos cubrir de manera casi constante lo solicitado con lo ingresado, volviendo de este modo a necesitar financiación en una rueda en la que no debemos perder de vista los intereses y comisiones (si existieran).
Por otro lado en un momento de cierre del grifo crediticio por parte de las entidades financieras estas refuerzan cada vez más el grado de exigencia de vinculación lo que puede llevarnos a la contratación en paralelo de productos que tal vez no sean los que necesitamos o no se contraten en este caso en las mejores condiciones posibles.
Existen otras opciones a explorar
Si estas decidido a buscar este tipo de financiación debes saber que existen modelos muy diferentes entre si, a grandes rasgos encontramos estos tres grupos de préstamos que pueden aunque no en todos los casos son permanentes si son preconcedidos:
- Los anticipos nómina: La entidad propone anticipar un importe determinado habitualmente equivalente al ingreso de una o dos nóminas como máximo, no suele comportar comisiones y gastos ni intereses aunque sí exige un alto nivel de vinculación generalmente.
- Los prestamos nómina: Se diferencian de los anteriores fundamentalmente en el plazo de amortización (superior) y la posibilidad de financiar mayor cantidad de dinero aunque siempre referenciada al importe de la nómina. En este caso encontramos generalmente aplicación de intereses y gastos aunque por debajo de la media de un préstamo personal al uso.
- Prestamos preconcedidos: La entidad nos propone una línea de crédito o cuenta de crédito mediante la cual tenemos acceso a una cantidad financiada permanentemente de la que podremos disponer el total o una parte cuando lo necesitemos. Habitualmente este producto también se relaciona con una alta vinculación, presenta intereses por lo dispuesto pero no por lo no dispuesto y se reactiva con la devolución o se puede disponer en partes diferenciadas en el tiempo.