Probablemente si en algo, de lo que se relaciona con la financiación se refiere, la gran mayoría de los lectores podrían ponerse de acuerdo es en el hecho de que a fecha de hoy resolver necesidades de financiación se vuelve mucho más complejo que unos pocos años atrás ya que el flujo del crédito no solo ha disminuido en dirección a las empresas y negocios sino también, lógicamente, en dirección a los usuarios particulares.
Los bancos y cajas prestan menos dinero y las condiciones de los préstamos se vuelven por regla general más férreas en todos los sentidos, sin embargo, obviamente, siguen existiendo canales y posibilidades de financiación a través de este tipo de productos por lo que, en un par de artículos, repasaremos las características principales de los mismos así como un repaso general al estado de la oferta de estos productos.
De manera clara en lo que a financiación sin exigencia de objetivo por parte de la entidad se refiere, el producto clásico es el préstamo personal. Como ya sabemos nos encontramos ante un producto que viene a ofrecernos una financiación basado en garantías personales (o de terceros) para su concesión y que en líneas generales bien se pudiera definir como el origen de todos los préstamos especializados que hoy en día existen.
Los préstamos personales sin duda se encuentran, como producto financiero, de capa caída. Uno de los motivos básicos (además del global de la crisis claro está) hay que buscarlo en el endurecimiento por parte de las entidades financieras de las condiciones tanto de concesión como en las características particulares de estos productos, aumentando de manera sensible la solicitud de garantías y por otro lado acortando los límites máximos de concesión de dinero y penalizando los plazos de amortización largos.
Curiosamente, dentro de los diversos segmentos de posibilidades de financiación, no estaríamos ante el que mayor nivel de morosidad presenta, sin embargo, la falta de flujo crediticio general ha afectado de manera más que notable al préstamo clásico que, incluso, ante otras opciones, como veremos más adelante, se encuentra actualmente ligeramente arrinconado como producto. Sin embargo debemos deshacer un error común, es cierto que las condiciones se han endurecido y que, en relación al poder adquisitivo de las familias la solicitud de estos productos no resulta sencilla, sin embargo comparativamente, no estamos ante un producto que se haya encarecido de manera especialmente significativa con el paso de los últimos tres años.
Otra cuestión es la de los llamados préstamos al consumo, entendiendo aquí como su nombre indica, un crédito orientado al consumo de servicios y bienes por parte de los usuarios (un modelo de préstamo que tiene diferentes matices en relación al clásico préstamo personal).
La caída de los préstamos al consumo en los últimos cinco años resulta espectacular, con índices de desplome y, el aumento de la morosidad en este segmento también resulta realmente importante.
Aquí debemos tener en cuenta que la media de este tipo de productos se orientaba a un crédito de importe medio/bajo en límites relativamente cortos de amortización
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