¿Cómo influye la edad en la obtención de un préstamo?

Por regla general cuando hablamos de contratar un préstamo en unos tiempos como los actuales palabras como restricciones, dificultades, garantías y, en definitiva, trabas, suelen asociarse a la imagen de la concesión de un préstamo.

No debemos ni escandalizarnos ni llevarnos las manos a la cabeza, la actual situación en lo que a los créditos y préstamos a particulares se refiere, desafortunadamente, tiene tanto que ver con la situación de crisis actual como con un concepto del acceso al crédito realmente fuera de lugar utilizado en nuestro país durante años, realmente, el equilibrio justo probablemente en la concesión de préstamos no estaría situado en lo que hemos vivido en el pasado ni en lo que vivimos en el presente, sino en una zona intermedia entre ambos modelos de acceso a la financiación.

¿Cómo influye la edad en la obtención de un préstamo?

Probablemente una de las rémoras principales a la hora la solicitud de cualquier préstamo, con especial atención a productos como los préstamos hipotecarios, es la edad del solicitante, un elemento que sin duda está en la raíz de muchas negativas o, cuando menos, de aumento de trabas a la hora de solicitar financiación.

Sin embargo, es cierto, en ese proceso de superespecialización dentro de las ofertas de cada producto que las entidades financieras llevan a cabo desde hace años, vamos a encontrar también productos específicos para las personas mayores en todos los órdenes de los catálogos de las citadas entidades, incluyendo por supuesto las posibilidades de financiación, aunque, como veremos, con condiciones particulares muy específicas.

En primer lugar debemos tener en cuenta que el factor edad si bien no influye de manera tan determinante como en otros productos como puede ser los productos de aseguramiento, si tiene una importancia especial en determinados productos financieros fundamentalmente comunicábamos en los de financiación. La explicación en casos tan claros como los préstamos hipotecarios es obvia; la solicitud de una hipoteca por una persona mayor de 55 años para los plazos de amortización por ejemplo de 30 o 40 años difícilmente resultará viable en ninguna entidad financiera, incluso, aportando garantías inmobiliarias, algo que a fecha de hoy ciertamente a las entidades no motiva en exceso, por no decir no motiva en absoluto.

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Este hecho que el caso de los préstamos hipotecarios se puede considerar como el más extremo dentro de los préstamos para personas mayores de 55 años, se extiende en mayor o menor medida al resto de productos de financiación, y, lo hace, ablandándose en sentido inverso a las cantidades que necesitamos y los plazos de amortización que solicitamos, de este modo, lo mismo que resulta relativamente asequible la concesión de los llamados préstamos nomina, un usuario con una pensión de jubilación, en principio, puede también tener acceso a este tipo de productos en condiciones similares o iguales al resto de usuarios.

Obviamente cuando aumentemos las cifras de necesidad de financiación y los plazos de amortización de la misma comenzarán a presentarse más dificultades, por ello, es más probable encontrar para este perfil de usuario, como vemos en próximos artículos, productos en principio diseñados para su perfil que buscar la contratación de productos estándar, obviamente y como siempre corresponde a cualquier búsqueda de servicio o producto sin renunciar nunca a la comparación como punto de partida incluyendo todas las posibilidades.

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