¿Sí o no a los créditos preconcedidos?

Debemos partir antes de argumentar nada de una situación como la actual en la que, ambas opciones, es decir tratar de acceder a créditos preconcedidos o tratar de acceder a financiación personal puntual a través de las entidades bancarias, resulta como poco difícil.

Por tanto, y teniendo en cuenta la política de riesgos que actualmente aplica la banca nuestro país, va a resultar más que probable, que quién podrá tener acceso a uno de estos productos en una entidad, también pueda tenerlo al otro, y exactamente igual al contrario a no ser que intervenga la figura del avalista, y esto no siempre es garantía de nada.

¿Si o no a los créditos preconcedidos?

Dicho lo cual conviene centrarse un poco y tratar de entender por qué las entidades financieras fundamentalmente los últimos dos años están tratando de introducir en el ámbito del producto financiero de uso doméstico, los créditos preconcedidos.

La respuesta, muy muy simplificada, vendría a acercarse a cuestiones como por ejemplo tratar de fidelizar al máximo a los usuarios a través de productos de financiación sostenidos en el tiempo, o, a proporcionar herramientas de crédito que permitan de algún modo acercarse a aquello de vivir a crédito tan en boga hace ocho o diez años.

El producto por sí solo no es en absoluto una mala opción en aquellos casos en los que efectivamente puede ser necesario; sin embargo, y tal y como plantea el título de este artículo, da lugar a muchas equivocaciones; una necesidad puntual de financiación no necesita de un crédito sostenido en el tiempo, no necesita de una línea de crédito que, además, puede acabar convirtiéndose más en un problema en una solución si nos arrastra al sobreendeudamiento de la solicitud constante y disposición constante de cantidades acredito (sobre las que se aplican intereses)

Por tanto a la hora de acercarnos a estos dos productos conviene tener muy claro los usos que queremos darles. Cuando la entidad nos plantea que somos beneficiarios de una cuenta de crédito, la primera sensación que podemos tener es alegría ya que tenemos acceso a financiación, sin embargo debemos calibrar lo que supone una línea de crédito (crédito preconcedido) sostenido en el tiempo, que en el fondo, va a cumplir o puede cumplir funciones muy similares a las que cumple nuestra tarjeta de crédito, y los peligros que puede acarrear con un mal uso.

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