La situación de escasez de crédito, en unión a una morosidad galopante y una economía familiar tocada, ha hecho durante estos años que el acceso a los créditos fuera muy complicado. Una de las partes fundamentales que tiene que ver con ese endurecimiento de las condiciones de acceso a un crédito es sin duda la exigencia de avales. Pero, ¿que ocurre cuando nos solicitan ser avalistas? ¿por que hay que pensar mucho antes de aceptar avalar?
Es uno de esos datos que no trasciende en demasía, cuando se habla de la morosidad que efectivamente se habló del impago por deudas generadas en créditos pero no se especifica qué porcentaje corresponde a primeras deudas y qué porcentaje corresponde a ejecuciones sobre avalistas, como tampoco se recoge habitualmente el dato de los avalistas que han de hacerse cargo de los impagos de sus avalados. Sin duda ambos extremos han cobrado mucha relevancia en los últimos años.
La realidad
Y es que, si ya históricamente la firma de un aval supone a un individuo un compromiso importante de su patrimonio, en la actualidad esto se ha multiplicado de manera exponencial, y antes de la firma de cualquier tipo de aval ahí que recapacitar largo y tendido sobre la oportunidad de aceptar esta figura.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que cuando aceptamos firmar un aval realmente estamos aceptando defender la garantía de solvencia de nuestro avalado ante un tercero, en el caso de las entidades financieras esto de plano significa que la entidad no va a acabar distinguiendo entre uno u otro en caso de tener que reclamar la posible deuda que surja. si el avalado no responde de su deuda, cargarán contra el avalista y sus bienes, que además tendrán muy difícil defensa ya que la firma del aval les ha comprometido precisamente a esa función; a garantizar con sus bienes y patrimonio la solvencia de su avalado.
En una figura muy recurrente desafortunadamente durante la crisis ha sido la de personas que han utilizado sus viviendas como avales ante refinanciaciones o procesos similares para tratar de sobrellevar situaciones como el desempleo o el sobre endeudamiento.
Siempre se ha afirmado que aceptar firmar un aval tiene mucho que ver con la confianza personal, sin embargo, en la actualidad la confianza personal aun siendo por supuesto perfectamente válida, no es una garantía de solvencia, y precisamente a una garantía de solvencia debiera aferrarse un avalista que no quiera poner en riesgo su patrimonio, sin duda es una cuestión compleja, difícil, en la que entran factores humanos y sentimentales en muchas ocasiones, sin embargo, por eso mismo, debiera realizarse de manera muy meditada y calculada.