Es cierto que en el maremágnum de términos financieros, o relativos a productos financieros, que se han insertado ya en el vocabulario común de la mayoría de las personas, a veces seguimos cometiendo pequeños errores de bulto, que, no pensemos sólo afectan a los usuarios de a pie, también la propia prensa especializada, e incluso las propias entidades financieras, en ocasiones cometen estos pequeños errores (o no tan pequeños depende de cómo se mire)
Uno de los más comunes es pensar que, desde el punto de vista de la definición, un crédito y un préstamo es lo mismo; y esto no es así, de hecho aunque en ocasiones se confunden los términos y se atribuyen las definiciones cruzando unas con otras, estamos hablando de dos productos diferentes en lo que a su definición se refiere.
¿Cuándo cancelar un crédito?
El préstamo es aquella operación en la que existe una figura (habitualmente en nuestro caso las entidades financieras) que ejerce de prestamista entregando una cantidad determinada de dinero a otra figura (el prestatario) que habrá aceptado unas condiciones determinadas para esa financiación entre las que se incluirán cuestiones como los intereses, los plazos de amortización, el sistema de devolución. En definitiva se trata de una operación de financiación que tiene de antemano un principio y un final prefijado, y que presentará una aplicación de intereses siempre sobre el total del dinero financiado.
Por definición el crédito, como decíamos, es un producto diferente. En este caso se trataría de una cantidad de dinero determinada previamente, que se pone a disposición de un usuario (por parte de una entidad) para que éste pueda utilizar la de manera total o parcial en el momento en que necesite, bien a través de disposiciones en metálico o transferencias como respuesta a requerimientos de pago.
En este sistema a la hora de la devolución, sólo se aplicarán intereses sobre los saldos dispuestos, que además, a medida que se van devolviendo, vuelven a incorporarse a la disponibilidad del crédito. En principio, y a pesar de que un crédito también tiene un principio y un final determinado, a diferencia de los préstamos, los créditos pueden ser renovados o incluso ampliados.