Durante los años de bonanza económica cobró especial relevancia para la financiación personal el modelo de crédito rápido. Se trataba de un crédito ofrecido en muchas ocasiones por entidades no bancarias, cuyas principales características eran la velocidad en la concesión y menor nivel de exigencia para el acceso. Tras el estallido de la crisis estos créditos fueron los primeros en mostrar los efectos del impago, y poco a poco la oferta se fue diluyendo. Durante los últimos años otro modelo de producto se ha ido abriendo paso dentro de la oferta de financiación en nuestro país, se trata de los créditos mini.
De hecho, hoy en día la oferta de este tipo de pequeño crédito se ha extendido mucho, aunque tal vez no tanto como pareciera cuando comenzó a introducirse. Sin embargo, efectivamente, se ha convertido en un modelo demandado y en cierto modo muy representativo de la época actual.
Qué son los créditos mini
Se trata de un modelo de financiación basado en dos criterios fundamentales;
- Pequeñas cantidades
- Plazos cortos de amortización
Cuando afirmamos que se trata de un modelo muy representativo de la época actual lo hacemos en referencia a que ya no se presenta como una financiación amplía destinada al consumo en general, sino más bien como un modelo de financiación de último recurso al que acogerse en casos y momentos muy concretos.
A pesar de la existencia de ofertas más o menos elásticas, el prototipo de crédito mini es el de una financiación de cantidades bajas, entre 50 euros y 400 euros, para plazos no superiores a los 30 días. En este tipo de producto no se aplica una tasa de interés concreta habida cuenta de su corta duración, y funciona a partir de la aplicación de unos costes que van evolucionando en función de las cantidades y la duración del plazo de amortización.
Se asocia de manera directa una mayor facilidad en la contratación de estos productos que de los créditos ordinarios, sin embargo, aún siendo relativamente cierto, no se trata tampoco de un modelo de financiación de libre acceso, ya que cuestiones como la presencia del solicitante el registro de morosidad, un historial crediticio negativo o incluso la ausencia de ingresos regulares pueden ser perfectamente motivo de rechazo.
Para qué sirven los créditos mini
Podríamos perfectamente asociar el crédito mini a una especie de crédito tapón orientado a cubrir las necesidades más inmediatas de financiación del usuario. Un buen ejemplo podría ser la solicitud de una cantidad determinada para llegar a fin de mes, algo muy común en la actualidad.
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Realmente el crédito mini es en este contexto donde se mueve mejor. Si realizáramos una comparativa proporcional veríamos que la solicitud de una cantidad pequeña a corto plazo (por ejemplo una semana) resulta en conjunto competitiva en relación a la media de créditos ordinarios (teniendo en cuenta que éstos no se mueven en plazos cortos y las posibles penalizaciones por cancelación anticipada) sin embargo, a medida que aumentan los plazos el producto se vuelve más caro hasta superar ampliamente la media de intereses de un crédito ordinario en cantidades límite y plazos límite.
Por tanto se puede concebir la utilidad de estos créditos a corto plazo desde la perspectiva del uso casual en función de una necesidad puntual, pero, como ocurre con tantos instrumentos de financiación, resulta extremadamente peligroso cuando se convierte en una fuente de financiación constante, ya que los gastos pueden acabar matando la posible utilidad del producto y, sobre todo, empujando al sobreendeudamiento.
Los peligros de los créditos mini
El principal peligro de un crédito mini deviene de su propio uso. La solicitud de uno de estos productos de manera puntual, controlada y motivada por una necesidad en la que se contempla su amortización en plazo que puede ser una herramienta de ayuda a la economía doméstica, sin embargo, comparándolo con las tarjetas de crédito y salvando las distancias, nos encontramos ante un sistema de financiación que, de entrar en cadena de solicitudes y amortizaciones puede acabar realmente siendo peligroso.
El producto muestra generalmente unas comisiones por no cumplimiento de plazos y posteriormente por impago elevadísimas, lo cual hace que un plazo tan breve como una semana de impago genere unos costes superiores incluso en algunos casos a los propios costes de devolución, con el agravante de una evolución de la mora con aplicación constante y en aumento de dichos costes. El peligro evidente de sobreendeudamiento hace que, efectivamente, debamos tener muy presente que se trata de un producto que mal utilizado es peligroso.
Alternativas a los créditos mini
Es difícil que encontremos en las entidades financieras al uso alternativas similares en lo que a producto se refiere. Sin embargo, cada vez en mayor medida, la introducción de los créditos preconcedidos o productos asociados a la vinculación como los anticipos de nómina ofrecen una alternativa que, generalmente, se va a mover en mejores costes medios sobre todo, repetimos, a partir de plazos superiores a los 15 días.
En el lado negativo de estas alternativas obviamente se encuentra el hecho de la necesidad de vinculación para poder pretender acceder a ellas, una vinculación que proviene en todos los casos de la domiciliación de las nóminas en productos concretos a los que se asocian estas alternativas de financiación.
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