Resulta muy difícil en cualquier orden de la vida adaptarse a algo, que además resulta relativamente sencillo, y después, de golpe, tener que eliminarlo o reducirlo de manera drástica. Esto, de una forma simplista, es lo que nos ha ocurrido a la gran mayoría de ciudadanos de a pie de este país en relación al crédito; nos acostumbramos durante unos años a un crédito fácil de conseguir, por el que apenas debíamos realizar esfuerzo a la hora de la necesidad de financiación, y de repente ese grifo se ha cerrado, y, no tiene visos de volver a abrirse como en el pasado en ninguno de los casos.
Pero, independientemente de una situación extrema en lo que a concesión de créditos se refiere que tarde o temprano debe regularse, lo cierto es que el volumen de créditos personales en nuestro país entre el año 2000 y el año 2007 resultó simplemente brutal en comparación a otros países del ámbito europeos; es decir, mientras lanzábamos nuestros ahorros directamente contra el ladrillo (y de ahí no nos movíamos) nuestras necesidades de financiación se cubrían a base de crédito, una combinación que para la economía doméstica ha resultado ser veneno.
Y sin embargo, a pesar de todo esto, cada vez que surgen necesidades de financiación la primera tentación y tendencia de un usuario medio es acudir a los créditos independientemente de que pudiera incluso tener otras opciones.
- ¿Cuándo cancelar un crédito?
Solicitar un crédito significa obviamente tener que devolverlo, pero significa más, significa asumen los costes verdaderamente altos por la devolución, significa asumir unos gastos fijos generados por un producto o, en caso de las tan traídas y llevadas líneas de crédito personales, significa disponer de una herramienta que de útil puede pasar a peligrosa y ayudar notablemente al sobreendeudamiento de la economía familiar, y, por supuesto, significa problemas graves en caso de no poder llegar a hacer frente en algún momento a la devolución.
En este estado de cosas, y en caso de necesidad de financiación, y repetimos, en caso de necesidad, conviene repasar antes de solicitar un crédito todas las opciones que se nos podrán abrir para dicha financiación, que van desde los préstamos entre particulares, asestar, por supuesto la movilización de nuestros recursos en ahorro, existe en este sentido una especie de miedo cerval a transformar ahorros que hoy en día no están proporcionando grandes rendimientos (caso de los depósitos) en liquidez mientras que, con alegría, tratamos de obtener créditos mucho más caros proporcionalmente y que van a bloquear muchas más posibilidades en la economía del día a día que desprenderse de parte de los ahorros a través de la liquidez.