Un nuevo cambio de estilo muy conseguido para el Mazda CX-5
|El SUV compacto Mazda CX-5 ofrece un gran cambio de estilo apenas 4 años después de su lanzamiento. Este gran éxito comercial conserva aproximadamente las mismas líneas. Sube de gama en el interior con mayor confort y nuevas tecnologías.
Una silueta robusta y seductora
El Mazda CX-5 es un pequeño SUV que gusta mucho. Con ocasión de su cambio de estilo conserva su línea estilizada con un largo capó imponente, una gran calandra ovalada muy recta y proporciones equilibradas.
Los faros se estiran ampliamente hacia las alas, los blancos se hacen huecos y la superficie acristalada cae hasta el pico del techo. La altura disminuye de un centímetro mientras que la longitud gana un centímetro. Los pilotos traseros se hacen más definidos y el conjunto ofrece una silueta robusta con ciertas curvas.
Un interior más premium
En el habitáculo, el ambiente es chic y deportivo con una subida de gama. El cuadro de mandos está completamente revisado para integrar mejor la pantalla táctil central. Esta última se activa a través de una ruedecita del túnel central. La pena es que la pantalla no supera las 7 pulgadas.
Los materiales son de mejor calidad y el nuevo CX-5 ofrece las últimas innovaciones en materia de conexión. La dotación es mucho más rica, como por ejemplo la posibilidad de llevar la cabeza alta. La seguridad activa y pasiva es excelente.
Pocos cambios debajo del capó
El Mazda CX-5 que ha cambiado de estilo conserva sus motores SKYACTIV. Encontramos los motores de gasolina 2,0 l y 2,5 l con una potencia que va hasta los 160 caballos, y en diesel, el motor 2,2 l SkyActiv de 150 ó 175 caballos.
La novedad es la aparición del G-Vectoring Control que ajusta el par a cada rueda en función de la posición del volante. Esto da mayor estabilidad y confort. El comportamiento general se hace más dinámico.
El nuevo CX-5 estará disponible desde el primer trimestre de 2017 en dos o cuatro ruedas motrices, con una caja de velocidad manual o automática de seis marchas.
Foto – Eleconomista