Mitos sobre las pruebas de alcoholemia
|Ahora que estamos a las puertas de las fiestas navideñas, con sus comilonas y sus excesos, es buen momento para recordar a todos los conductores la necesidad de extremar la prudencia e ir con mucho cuidado con el consumo del alcohol al volante. También es buen momento para aclarar algunas dudas y desenmascarar los grandes mitos sobre las pruebas de alcoholemia en los controles de tráfico.
No hace falta explicar lo que todo el mundo sabe: el alcohol es una droga psicodepresora que, incluso en pequeñas cantidades, influye negativamente en la conducción y en demasiadas ocasiones es el causante de muchos accidentes. Aún así, todavía muchos conductores no se toman esta cuestión en serio. En parte, porque creen que pueden salir airosos de un control gracias a trucos milagrosos de escasa o nula efectividad.
Trucos para burlar el test de alcoholemia
Según los estudios, uno de cada tres conductores cree en la existencia de trucos para burlar los controles de alcoholemia. Estos son algunos de los más extendidos, incluidos todos ellos en la categoría de «leyenda urbana».
- Esperar una o dos horas antes de ponerse al volante. El tiempo que necesita el organismo para eliminar el alcohol depende de muchos factores (ver más abajo), pero la media es de una hora para cada 10 ml de alcohol puro.
- Hacer ejercicio entre la primera y segunda prueba, o bien orinar o vomitar para perder líquidos no nos servirá de mucho, por las mismas razones.
- Soplar despacio por el alcoholímetro. Solo podría servirnos para ganar tiempo, pero no el suficiente.
- Beber aceite. Tan repugnante como inútil.
- Ingerir pasta de dientes. Tal vez funcione para eliminar el mal aliento pero para nada más.
- Masticar granos de café. Lo mismo.
- Chupar baterías de litio o monedas de cobre, una práctica poco higiénica que no nos servirá en absoluto para ocultar el grado de alcoholemia en nuestro organismo.
¿Cómo eliminar el alcohol de nuestro organismo?
El alcohol se elimina de forma natural mediante la evaporación (sudor), la excreción (riñones) y el metabolismo (hígado). Pero a su ritmo, que no suele coincidir con nuestras necesidades como conductores. Ese ritmo depende de muchos factores:
En primer lugar, como es lógico, de la cantidad y tipo de bebida que se tome. Se suele hablar del límite de las dos cervezas o dos copas de vino pero estos cálculos pueden fallar. Lo que no influye es que la persona tenga mayor o menor hábito de beber: tanto el conductor habituado a beber como el conductor no acostumbrado a beber tienen mermadas sus capacidades para conducir.
Las mujeres, consumiendo la misma cantidad del alcohol que los hombres, alcanzan una tasa superior a causa de sus características físicas aunque el proceso de absorción, es decir, el paso del alcohol del aparato digestivo a la sangre puede variar en función del organismo de cada persona.
Pero mejor dejarse de cálculos y aplicar la norma infalible para evitar problemas durante estas fiestas: no beber. O sí beber, pero no conducir.
Fotos – El Mundo