James Hunt, el campeón más juerguista de la historia de la F1
|El estreno la semana pasada de la película Rush (ver Rush, la película que narra el duelo de Lauda y Hunt en 1976) ha despertado entre muchos jóvenes aficionados el interés por conocer mejor la controvertida figura del piloto británico James Hunt, que se alzó con la corona mundial ese año y que ha sido descrito como el campeón más juerguista de la historia de la F1. Vamos a saber un poco más sobre su vida:
Hunt the Shunt
James Simon Walls Hunt aterrizó en el mundo del motor casi por capricho. Con 18 años asistió un buen día a una carrera en vivo y quedó fascinado por el ruido de los motores y el olor de la gasolina. En 1967 disputó su primera carrera en Brands Hatch pilotando un Mini y demostrando un enorme talento.
Este piloto visceral y exuberante no tenía término medio: o ganaba o se estrellaba. Así fue como se ganó el apodo de «Hunt the Shunt», y esa cualidad le abrió las puertas al mundo profesional gracias al mecenazgo de Lord Hesketh, un joven y adinerado aristócrata que decidió apostar por él.
Así en 1973 el dúo Hunt-Hesketh desembarcó en el paddock de la F1 entre las risas maliciosas de sus rivales, que les tomaban como dos advenedizos con mucho dinero y ninguna posibilidad de éxito. Evidentemente se equivocaban.
Una leyenda dentro y fuera de los circuitos
El debut oficial de Hunt tuvo lugar en el GP de Mónaco de 1973, en el que acabó en el noveno puesto. Sus actuaciones posteriores fueron cada vez mejores y no tardó mucho en subir al podio, en Holanda. Por desgracia, su carácter e inconstancia dejaron huella en su rendimiento y su carrera hasta la temporada 1976 fue bastante irregular.
El título de campeón del mundo llegó precisamente ese año, después de que el rey de la F1 del momento, Niki Lauda, quedara fuera de juego tras aquel escalofriante accidente en Nürburgring (para más detalles recomendamos ver la película). Aquella temporada Hunt había llegado a McLaren con la difícil misión de sustituir a Emerson Fittipaldi, y la verdad es que no lo hizo nada mal.
Pero la leyenda de James Hunt iba más allá de los circuitos. Sus juergas y correrías pronto se hicieron más célebres que sus triunfos en la pista. Es cierto que en aquellos años muchos pilotos fumaban y en general no se cuidaban tanto como los de ahora, pero el caso de Hunt era extremo. Se hicieron especialmente famosas sus fiestas en las suites de su hotel, donde nunca faltaban unas cuantas azafatas de British Airways por las que el piloto sentía debilidad.
No era precisamente una gran profesional: llegaba a los circuitos en un Rolls Royce y a menudo arrastrando una intensa resaca. No seguía dieta alguna y se emborrachaba con frecuencia, pero una vez que se enfundaba el mono de competición (en el que mandó coser le lema «Sexo: el desayuno de los campeones») se transformaba en un piloto temerario e implacable.
El último «chico malo» de la F1 murió prematuramente, a los 45 años, víctima de un infarto. Su corazón estaba demasiado castigado después de años de excesos. Con 10 grandes premios y un campeonato del mundo subió al Olimpo de los grandes pilotos.
Fotos – Telegraph