El increíble Pontiac Transparente de 1939
|Durante la Exposición Universal de Nueva York en el año 1940, General Motors dejó boquiabierto al mundo con un modelo de automóvil realmente peculiar: un Pontiac transparente, el Plexiglas Six DeLuxe de 1939, anunciado con gran pompa como el primer coche de tamaño real completamente transparente que se fabricaba en América.
El hallazgo del Plexiglas
Para preparar el chasis transparente de este singular vehículo GM contó con la colaboración de Rohm & Haas, una compañía química que se había desarrollado recientemente un material, entonces revolucionario, llamado plexiglas.
Tomando como base los dibujos del diseño del Pontiac Sedan Touring de cuatro puertas, se construyó una réplica exacta en la que este material transparente sustituía la chapa exterior. La parte inferior metálica del chasis recibió un lavado de cobre, mientras que el tablero de instrumentos fue bañado con una fina capa cromada. El blanco fue el color elegido para las molduras de goma y los neumáticos.
La producción de este coche costó nada menos que 25.000 dólares, una verdadera fortuna en aquellos días.
The Ghost Car: un objeto de coleccionista
La puesta de largo del Pontiac transparente fue todo un acontecimiento en la ciudad y rápidamente la prensa lo bautizó con el nombre de The Ghost Car (coche fantasma), por razones obvias. La idea de producir en serie este modelo pronto fue abandonada. La razón: el plexiglas era un material ligero y resistente, pero presentaba un grave problema: no podía aislar el calor del motor y convertía el habitáculo del coche en un verdadero horno.
Cuando finalizó la exposición el Pontiac Plexiglas salió de su expositor y se fue de gira por todo el país, adornando diversos concesionarios de la Costa Este de los Estados Unidos. Fue exhibido en el Smithsonian Institution de Washington, donde se mantuvo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Fue propiedad de la compañía hasta que fue comprado por el multimillonario Don Barlup en 1973.
Barlup encargó una restauración parcial del coche antes de vendérselo al coleccionista Leo Gephart en 1979, cuyos descendientes lo han conservado hasta el año pasado, cuando decidieron subastarlo con una cifra de salida de 475.000 dólares.
Fotos – Alan Pole