Cincuenta años del Renault 4L
|¿Quién no se acuerda de las ventanas correderas, de su palanca de cambios, o de las curvas de su carrocería? El mítico Renault 4L ya ha celebrado sus primeros 50 años de vida. Veamos algunos detalles de este mito de la conducción que marcó el siglo pasado.
El hombre, en el origen de este coche, vendió más de ocho millones de unidades, y se trata de Louis Dreyfus. Creado para competir con el 2CV de Citroën, el 4L se presentó como un coche robusto y popular, y la apuesta fue todo un éxito.
Desde el comienzo, el motor a tracción hizo de este 4L un vehículo robusto. Era eficaz en todos los terrenos gracias a sus potentes suspensiones, capaz también de tragarse kilómetros enteros sin protestar, y siendo fácil de conducir. En resumen, un coche de buenos rendimientos, gracias a un motor extraordinario.
Y como su diseñador no hizo la elección entre rendimientos y precio, el 4L se hizo accesible económicamente, fácil de mantener y también de reparar. Añadamos a esto un diseño joven, dinámico para comprender mejor el éxito del 4L.
Renault comercializa los primeros 4L en 4 versiones: el R3 con un motor 3CV, el R4 más potente con un motor 4CV, al igual que su primo el Dauphine, el R4L para la versión de lujo y la furgoneta utilitaria y familiar. Cabe destacar la presencia de un circuito de enfriamiento a base de agua, una exclusiva mundial que no pasó desapercibida.
Luego siguió el R4 Super, a partir de 1962, con una potencia de 32 CV, y que recordamos por su maletero abatible hacia abajo, pero que enseguida dejó de fabricarse. El diseño del 4L también conoció ciertos cambios: nueva calandra, capó rediseñado, nuevo logo. En el año 1978 aparece el GTL. Con sus 1.108 cm3, sus 34 CV y sus 4.000 tr/mn, podía alcanzar los 121 km/h. En resumen, el Renault 4L presentaba todas las características para convertirse en un coche de leyenda.
Foto – AutoBild