Bolsamania

Jim Clark, 45 años de la muerte de un mito

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El 7 de abril de 1968 Jim Clark, el “escocés volador”, perdió la vida en un accidente sufrido en el circuito alemán de Hockenheim mientras disputaba una carrera de Fórmula 2 con un Lotus. Jim Clark es considerado uno de los mejores pilotos de toda la historia de la Fórmula 1.

En una época en la que la muerte en los circuitos era, por desgracia, algo habitual ya que ni los circuitos ni los monoplazas disponían de las medidas de seguridad que hoy nos parecen básicas, también cayó con las botas puestas un genio del volante como Jim Clark. Todo lo que se lee y escucha sobre su figura no deja lugar a dudas. Jim Clark tenía un talento innato que le hacía acoplarse a cualquier vehículo de forma muy rápida, siendo tremendamente veloz con automóviles que a otros pilotos se les hacía muy difícil hacer rodar rápido. No necesitaba que le adaptaran el coche a su forma de conducir, él se acoplaba al auto sin apenas dificultades.

Criado en una granja de Escocia conoció las carreras a través a través de su amigo Ian Scott-Watson. Fue él quien le animó a introducirse en el mundo del automovilismo al comprobar que siempre era más rápido que él, por mucho que el bueno de Ian intentara superarlo.

A finales de los años 50 conoció a Colin Chapman, lo que marcó su carrera deportiva. Fue en una competición en la que un joven Jim Clark acabó en segunda posición con un Lotus Elite, por detrás del propio Chapman. Al fundador y dueño de Lotus no le pasó desapercibido el talento de Clark y le contrató para su equipo. Se inició de esta forma la relación de Jim Clark con Lotus que sólo se rompió con la muerte del piloto escocés. Otro detalle que habla de la forma de ser de un hombre sencillo, humilde, honesto y fiel.

Su primera carrera en la Fórmula 1 la disputó en 1960 en el Gran Premio de Holanda. Esa temporada acabó décimo en el Mundial de Pilotos. A lo largo de su carrera disputó 73 grandes premios de la categoría reina del automovilismo ganando 25 de ellos, subiéndose al podio en 32 ocasiones y logrando 33 poles, todo ello aderezado con los títulos de Campeón del Mundo de 1963 y 1965, el subcampeonato de 1962 y los terceros puestos de 1964 y 1967. Unos números estratosféricos que nos pueden dar una idea de la calidad de este piloto. Por poner un ejemplo su porcentaje de poles es superior a las logradas por el mítico Ayrton Senna.

Jim Clark era un apasionado de las carreras. No sólo disputaba el Mundial de Fórmula 1, sino que se apuntaba a cualquier especialidad automovilística en la que pudiera competir, ya fueran rallyes, carreras de turismos o las míticas 500 millas de Indianapolis, carrera que logró ganar en 1965. Así encontró la muerte en 1968 disputando una carrera de Fórmula 2, una categoría inferior a la Fórmula 1. Ese fatídico 7 de abril de 1968 perdió el control de su Lotus, estrellándose contra los árboles que rodeaban el circuito alemán de Hockenheim. La causa del accidente no ha sido esclarecida de forma precisa. Las teorías más plausibles hablan de un fallo en la suspensión trasera o en un neumático de su monoplaza que le hizo perder el control con tan funestas consecuencias.