Si la pandemia es temporal, también lo serán las medidas de confinamiento, y por tanto, la pérdida de la actividad económica se recuperará en gran medida una vez se frenen los contagios. Los expertos de Banca March prevén una contracción intensa en el primer semestre, pero un rebote de la actividad en el segundo.
Los Gobiernos de todo el mundo están tratando de frenar los contagios al máximo para evitar el colapso de sus sistemas sanitarios. A día de hoy, el único antídoto para frenar el coronavirus son las medidas de aislamiento social, que suponen un parón casi total de la actividad económica. Atravesamos un contexto económico muy incierto en el que la dimensión global del virus dificulta la cuantificación del parón económico. Esto se debe principalmente a dos factores: la profundidad de las medidas de cuarentena necesarias en cada economía y, por otro lado, su duración. Si la pandemia es temporal, también lo serán las medidas de confinamiento, y por tanto, la pérdida de la actividad económica que esperamos que se recupere, en gran medida, una vez se frenen los contagios.
Así resumen los expertos en Estrategia de Mercados de Banca March en su último informe mensual de previsiones macroeconómicas y recomendaciones de inversión que puede consultarse íntegro aquí. La entidad también ha puesto en marcha un servicio gratuito de consultas de macroeconomía y mercados que responderán sus expertos. Las preguntas se pueden enviar directamente a través de un formulario accesible en la web de Banca March
China donde el virus se extendió primero, será una de las primeras economías que publicará cifras sobre el daño económico al que nos enfrentamos. Por ahora, los datos iniciales ya conocidos confirmaron las peores expectativas, con un retroceso de las ventas al por menor en febrero del -20,5% interanual, confirmando que las medidas de aislamiento social tienen un impacto directo y virulento sobre el consumo, que será uno de los componentes más castigados del PIB.
En Europa, la región que junto con Estados Unidos es actualmente el epicentro de la expansión del Covid-19, solamente disponemos de datos de confianza empresarial que recojan ya los efectos de la crisis sanitaria. También aquí las señales apuntan a una fuerte caída de la actividad, con PMI preliminares de marzo que registran nada menos que la mayor caída de la historia: el PMI compuesto se contrajo hasta 31,4 desde 51,6 de febrero, por debajo de los peores niveles de la crisis financiera de 2008 (36,2). Los retrocesos de la confianza estuvieron liderados por el sector servicios, el más castigado por las medidas de aislamiento social, con una caída del PMI hasta 28,4, muy por debajo del 39,2 que fue el mínimo registrado en febrero de 2009.
En España, los indicadores de alta frecuencia, como el consumo de electricidad, también reflejan un impacto económico sustancial. Desde la declaración del Estado de Alarma la demanda eléctrica se sitúa ya más de un 15% por debajo de los valores registrados el año pasado. Este indicador anticipa que la caída de la actividad en el corto plazo será de una magnitud sin precedentes.
¿Cómo evolucionará el crecimiento mundial?
La imposibilidad de conocer con exactitud el momento de contención global del virus hace que cualquier estimación que podamos realizar sea aproximada y deba interpretarse con cautela. La mejor forma de abordar este ejercicio es replicar los tiempos de recuperación de la actividad de la economía china que, en cerca de dos meses, logró comenzar a reabrir paulatinamente algunas de las zonas afectadas. Los datos de actividad de las grandes empresas muestran que la economía ya funciona a ritmos por encima del 95% de su capacidad.
Extrapolando esta situación, en nuestro escenario base consideramos que entre finales de abril/mayo -dependiendo del país- se iniciaría la retirada de las medidas de aislamiento social, lo que nos permite pensar que durante el tercer trimestre de este año, la actividad global estaría ya reactivándose Concretamente, estimamos que la economía global atravesará una recesión muy profunda en el primer semestre, pero también que el crecimiento rebotará en la segunda mitad del año, lo que supondría para el PIB global en el conjunto del año una caída del -0,7% interanual, una revisión a la baja del crecimiento previsto para este año de más de 3,5 puntos básicos.
Entre las principales regiones, la fecha de comienzo de la expansión de la crisis sanitaria, así como la intensidad de las medidas de aislamiento, marcarán el devenir de la actividad y, sobre todo, de la posterior recuperación. Concretamente, esperamos un impacto muy intenso en el corto plazo, con caídas pronunciadas del PIB ya en el primer trimestre (caso de China y España por ejemplo) mientras que, en EE UU, y en el conjunto de la zona euro, la caída de la actividad será más pronunciada en el segundo trimestre. La incertidumbre que rodea a este escenario es inusualmente elevada ya que, el impacto de la crisis sanitaria en la economía depende principalmente del tiempo que las medidas de contención del virus deban mantenerse activas y esto, a día de hoy es una realidad cambiante. Basta observar como países como EE UU. o Reino Unido, no han parado de modificar su estrategia de contención del virus durante los últimos días.
Si al final las cuarentenas se alargaran más de lo previsto, el impacto económico será superior. Un escenario alternativo más negativo consistiría en ampliar la profundidad y también la duración de las medidas de aislamiento hasta entrado el verano en el hemisferio norte y en el que, además, los efectos del deterioro de las condiciones financieras llevarían a una mayor destrucción del tejido empresarial. En este entorno, tendríamos efectos estructurales negativos sobre la economía y no asistiríamos a una recuperación rápida de la actividad. Todo ello supondría que el PIB mundial caería más del -2,5%, registrándose una contracción superior a la ocurrida en 2009, y que la reactivación posterior sería más gradual y solamente a partir de 2021.
Esta situación nos traerá la primera contracción de la actividad global desde la crisis financiera de 2008, pero será una de las más cortas de la historia económica.
Para que esta recesión sea corta en el tiempo, es fundamental evitar que los efectos negativos sobre el tejido empresarial conlleven elevadas quiebras de negocios y pérdidas de empleo por las dificultades de financiación en el corto plazo.
Frente a lo ocurrido en el comienzo de la crisis financiera de 2008, las autoridades actualmente disponen de un abanico más amplio de herramientas para combatir los riesgos financieros. Tal y como explicamos en la primera parte de este informe, las medidas de los Bancos Centrales, unidas a las líneas de avales que han dispuesto los Gobiernos, crearán líneas de financiación puente, inyectarán liquidez en el sistema y con ello terminarán reconduciendo a los mercados financieros. Sin duda la caída de la actividad será profunda, pero confiamos que corta en el tiempo.