Los mercados han comenzado 2023 con buen pie. Sin embargo, algunos inversores ven suficientes motivos en datos como el sorprendente informe de empleo de enero o la inflación de Estados Unidos en febrero para pensar que la Reserva Federal (Fed) tendrá que apretar más las tuercas si quiere conseguir un aterrizaje suave. Andrew Simmons, director del equipo de asesores de renta variable aplicada de Morgan Stanley IM, no forma parte de este grupo. “Hoy en día, la mayoría de los inversores están luchando en la última guerra (el mercado bajista de 2022) y creen que los beneficios empresariales se desplomarán a principios de 2023 y arrastrarán a la bolsa con ellos. El pesimismo es generalizado, pero yo soy más optimista”, sentencia este experto.
Uno de los argumentos del estratega de la firma de inversión del banco neoyorquino es “casual” y tiene que ver con el momento temporal actual. “El análisis histórico apunta a una peculiaridad de los ciclos presidenciales: durante los 16 trimestres de cada ciclo presidencial desde 1950, el mejor trimestre del S&P 500 de los 16 es el primer trimestre del tercer año, el trimestre en el que nos encontramos actualmente”, explica Simmons.
Según estos datos, en los 12 meses siguientes a un año de elecciones ‘midterm’, como fue el caso de 2022, “el S&P 500 ha registrado una ganancia media del 33% y el índice ha registrado un aumento en todas las ocasiones”. “El actual ciclo presidencial no ha sido una excepción a este patrón hasta ahora, lo que apunta a un potencial positivo para este trimestre”, añade.
Además, apunta Simmons, indicadores económicos como el PIB y el empleo están mostrando que la economía estadounidense “está demostrando ser demasiado resistente como para justificar un desplome de los beneficios en el primer trimestre”. El rendimiento superior de los valores financieros, industriales y de materiales en los últimos meses también sugiere lo contrario, ya que los precios de estos valores cíclicos suelen caer antes de que la economía se tambalee. “Con la continua mejora de la inflación, es posible que el primer trimestre sea fuerte”, apunta.
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Jeremy Grantham y la policrisis: "Si algo se rompe, el mercado puede caer un 50%"En este sentido, el analista de Morgan Stanley IM señala que, de existir un riesgo bursátil en 2023, será en la segunda mitad del año. Según Simmons, los beneficios podrían caer “lentamente” a lo largo de 2023, frustrando a los bajistas del mercado. Asimismo, los tipos de interés de los bonos a largo plazo han caído más que los de los bonos a corto plazo, “creando una curva de rendimientos invertida que suele presagiar una próxima desaceleración económica”.
“¿Podría una segunda mitad del año más débil seguir a una primera mitad sorprendentemente fuerte? Es posible. En general, hay puntos brillantes, así como sectores que pueden estar sobrevalorados”, sentencia.
Asimismo, Simmons recalca que, dado que los estragos del anterior mercado bajista perjudicaron a tantos inversores, y que los intentos iniciales de comprar la caída fracasaron, “el sesgo de retrospección vuelve a mantener escépticos a los inversores”.
“La gente aún no ha invertido porque sigue mirando por el retrovisor recordando los dolores del anterior mercado bajista. Esperamos que la mayoría de los inversores se vuelvan más optimistas, pero sólo después de que los precios sigan subiendo, lo que podría convertirse en una oportunidad perdida”, agrega el experto de la firma neoyorquina.
OPORTONIDADES EN ‘VALUE’
Por otra parte, Simmons destaca que el ‘value’ empezó a superar al mercado, con sectores como el energético, el industrial, el de materiales y el financiero situándose a la cabeza. Según el estratega de Morgan Stanley IM, podríamos estar en las primeras fases de un “rendimiento superior” del ‘value’, aunque muchos inversores “no parecen reconocerlo “porque “el recuerdo del dinero "fácil" en los valores de crecimiento desmesurado es demasiado tentador”.
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Federated Hermes: "El mercado subestima el impacto de la inflación para las empresas"“Cuando estalló la burbuja de las puntocom en 2000, la tecnología cayó un 60% el primer año y los inversores intentaron aprovechar la caída. Pero en el segundo año, la tecnología bajó otro 22%, según el índice Technology Select Sector. Mientras tanto, el sector industrial, el financiero y el de materiales fueron todos positivos, pero los inversores no lo vieron porque intentaron comprar lo que funcionó en el último mercado alcista”, apunta.
Este año, señala Simmons, hay una “sorprendente coherencia” con ese comportamiento, ya que los inversores han vuelto a refugiarse en los valores tecnológicos, pero parecen menos interesados en el ‘value’.
Mientras tanto, los valores tecnológicos tratan de recuperarse de un 2022 absolutamente nefasto. Este experto apunta que la historia podría estarse repitiendo ya que, durante la burbuja de las puntocom, la capitalización bursátil de los cinco mayores valores tecnológicos del S&P 500 representaba algo más del 20% del índice en su momento álgido. Cinco años más tarde, este peso relativo tocó fondo al suponer “solo” el 5% del índice de referencia.
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Microsoft, Amazon, Alphabet, Apple y Meta: ¿hay que comprar tras el desplome?“En 2022, los cinco mayores valores tecnológicos del S&P 500 representaban en su momento álgido el 25% del índice. ¿Llegarán también al 5%?”, se pregunta Simmons.
En este sentido, explica, “las valoraciones medias de 30 veces de los cinco mayores valores tecnológicos de hoy probablemente nunca alcanzarán las valoraciones de tres dígitos del año 2000”. Y es que el deseo del Gobierno estadounidense de “evitar que los valores tecnológicos de gran capitalización dominen sus sectores” ha frenado históricamente su crecimiento y ahora “lo estamos viendo con un mayor escrutinio regulador”.
“La ralentización de las tasas de crecimiento, unida a las elevadas valoraciones, aconseja reducir la exposición a los valores tecnológicos de alta capitalización”, argumenta.
ASIA: CHINA SÍ, JAPÓN NO
Por último, Simmons respalda la postura de Morgan Stanley y recomienda prestar atención a los mercados emergentes, ya que están en “las primeras fases de una recuperación”. “Tras el máximo alcanzado por el dólar estadounidense en septiembre de 2022, los mercados no estadounidenses comenzaron por fin a superar a Estados Unidos y Asia, sin Japón, ha liderado desde finales de octubre en comparación con Europa y Japón, que también han superado a EEUU”, subraya.
Noticia relacionada
Morgan Stanley apuesta por los mercados emergentes: "Nos mantenemos alcistas"Por lo tanto, recalca Simmons, Asia sin Japón presenta un “área de renta variable intrigante” para 2023, especialmente en el caso del gigante asiático, cuya reapertura puede convertirse en el catalizador de un importante rebote en las bolsas del continente oriental.
“El Banco Popular de China es el único banco central importante que no está endureciendo los tipos, y el partido comunista ha abandonado su anterior política de ‘Covid cero’, lo que debería traducirse en un aumento de la actividad económica. El crecimiento mundial se está acelerando y ahora los rendimientos del mercado de bonos estadounidense son menos atractivos en relación con el resto del mundo. Muchos inversores de mercados emergentes han vuelto a colocar su dinero en China, aunque los inversores minoristas extranjeros se han resistido en gran medida… hasta ahora”, concluye.