Se cumplen 15 años de la quiebra de Lehman Brothers y su fantasma sobrevuela China con más fuerza que nunca. Existen algunos paralelismos entre ambos episodios por los problemas financieros derivados del mercado inmobiliario chino, pero la situación no es exactamente igual, según explican desde Schroders.
"Estos problemas en el mercado de la vivienda son viejos conocidos. Hace un par de años, el gobierno chino decidió reorganizar el sector, reduciendo el apalancamiento en el sistema y las compras especulativas de propiedades, que aparentemente se habían convertido en la principal fuente de demanda y riesgo para acumular problemas sistémicos en el futuro", comentan Stuart Podmore, director de propuestas de inversión, y David Rees, economista senior de mercados emergentes de la gestora.
La crisis que atraviesa el inmobiliario del gigante asiático preocupa a los inversores debido a que el sector representa entre el 15% y el 30% del PIB nacional y existe el temor a que los problemas de liquidez puedan extenderse a otros ámbitos de la economía.
"Los precios de la vivienda nueva en la segunda mayor economía del mundo cayeron en julio por segundo mes consecutivo. La creciente crisis inmobiliaria se suma a las preocupaciones de que pueda afectar aún más a una economía en dificultades", afirman estos expertos.
Los últimos datos macro han sido ligeramente mejores de lo estimado por el consenso de mercado, pero todavía quedan lejos de lanzar señales que apunten a que China está en la senda del crecimiento.
"Se avecinan problemas en la economía china. Su enorme poder adquisitivo es fundamental para la estabilidad financiera mundial, pero el país está experimentando algunos indicios de desaceleración económica", añaden desde la firma.
Mientras tanto, las autoridades han puesto en marcha una serie de medidas con el objetivo de devolver la confianza a los inversores e intentar reactivar el sector inmobiliario, aunque los estrategas consideran que son insuficientes y esperan más iniciativas no solo monetarias, sino también fiscales.
Todo ello, ha llevado a los gestores a preguntarse si China está viviendo su propio 'momento Lehhman Brothers'. Para Schroders, hay algunos paralelismos, dado que están emergiendo problemas financieros derivados del mercado inmobiliario.
No obstante, creen que "existe un problema, que está causando algo de daño, pero es reconocible y por lo tanto no necesariamente tiene ese elemento de sorpresa que sí hubo con la quiebra de Lehman Brothers y la consiguiente crisis financiera mundial".
IMPLICACIONES GLOBALES
China es una parte muy importante de la economía mundial, por lo que un crecimiento más lento del gigante asiático incide directamente en el crecimiento global.
"En nuestra hoja de cálculo de previsiones, el peso de China es aproximadamente una quinta parte del PIB mundial. Por ejemplo, establezcamos un escenario en el que se reduce un punto porcentual el crecimiento chino, automáticamente se reduce una quinta parte el crecimiento mundial. Así pues, un menor crecimiento en China equivale a un menor crecimiento mundial", subrayan Podmore y Rees.
En cuanto a los efectos indirectos, destacan que hay matices, ya que existen países y sectores que dependen en mayor medida de China, como es el caso de los mercados emergentes que obtienen una gran parte del crecimiento del PIB de la exportación de materias primas al país asiático.
"Pensemos en países como Chile, donde las exportaciones de cobre se dirigen esencialmente a China, con un valor aproximado del 8% del PIB. En ese caso, una reducción de la demanda directa de materias primas de China en el futuro hace que los precios caigan y los mercados emergentes que comercian mucho con China, o simplemente dependen del comercio de materias primas, sufren", agregan los analistas.
Desde el punto de vista sectorial, uno de los sectores más afectados es el de la construcción, cuyo crecimiento más discreto puede afectar a la demanda china de excavadoras y camiones y quizá de maquinaria procedente de Alemania, por ejemplo.
"Sin embargo, el aspecto más importante es la posición exterior de China. El país tiene grandes superávits externos estructurales desde que se convirtió en el gran fabricante para el resto del mundo. Eso significa que China es un sumidero neto de actividades en términos agregados, no una fuente de demanda agregada para el resto del mundo", aseveran en la gestora.
Auque en realidad, ven que el mayor riesgo proviene probablemente de las crisis de confianza y de la preocupación de que China esté a punto de implosionar y de que la gente se aleje un poco de los activos de riesgo.
También entra en juego la narrativa de la desglobalización, con EEUU en año electoral y acelerando la construcción de fábricas en territorio nacional. "Hay un esfuerzo en China por reasignar recursos en sectores que van a ayudar a al gigante asiático a ser más autosuficiente cuando pierda el acceso a más bienes intermedios de los que depende", añaden.
"Obviamente ya hemos visto una gran presión sobre los semiconductores y ¿quién puede decir qué va a ser lo próximo? La otra cara de la moneda, por supuesto, podría ser que el resto del mundo empiece a perder también algo de suministro chino si la guerra comercial con EEUU se complica. Y ya hemos visto durante la pandemia el efecto que ha tenido sobre la inflación en otros lugares", concluyen Podmore y Rees.