¿Cuándo terminará el mercado bajista de bonos? Es la gran pregunta que se hacen muchos inversores y que intenta contestar Steven Bell, economista jefe para EMEA (Europa, Oriente Medio y África) de la gestora Columbia Threadneedle.
En su opinión, hay varias razones para explicar el "aumento considerable" de los rendimientos de la deuda pública en las últimas semanas y meses. "La rentabilidad de la deuda pública ha sido negativa, lo que ha deprimido los precios de los activos financieros en general", argumenta.
La Reserva Federal de EEUU, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra han elevado las tasas de interés oficiales desde niveles cercanos a cero y han cambiado su enfoque del Alivio Cuantitativo (QE), que implicaba la compra masiva de bonos; a la Restricción Cuantitativa (QT), revirtiendo el proceso. E incluso el Banco de Japón, que mantenía los rendimientos de sus bonos cerca de cero incluso antes de la pandemia, ahora permite que aumenten.
"Todo esto resulta familiar. Pero los movimientos de las últimas semanas han hecho que los economistas y los banqueros centrales reconsideren sus puntos de vista sobre los tipos de interés y los rendimientos a largo plazo", explica Steven Bell.
La teoría económica convencional plantea que los bancos centrales pueden influir en las tasas de interés reales, pero solo durante el tiempo necesario para que la inflación se ajuste a sus metas. El QE y la QT pueden influir en los rendimientos reales a largo plazo a través de la prima por plazo, pero se espera que este efecto sea limitado. Así, es poco probable que las tasas de interés oficiales, que normalmente tienen un vencimiento a corto plazo, afecten significativamente los rendimientos a largo plazo durante períodos prolongados.
"Casi todo el mundo está de acuerdo en que los bancos centrales tardaron en responder al repunte de la inflación tras la pandemia. Pero los mercados agravaron el error de los bancos centrales al suponer que una modesta subida de los tipos oficiales bastaría para sofocar las presiones inflacionistas. Como ha quedado claro que los tipos tendrían que seguir subiendo durante más tiempo, es posible que los tipos a largo plazo hayan reaccionado de forma exagerada", indica este experto.
En su opinión, se está produciendo una caída sostenida de la inflación, sobre todo en EEUU, pero también en el resto del mundo desarrollado, lo que anticipa "un repunte significativo de la deuda pública a medida que los bancos centrales empiecen a relajar gradualmente su política restrictiva".
LOS MERCADOS SE MUEVEN A LA CONTRA
Sin embargo, Bell señala que los mercados se mueven a la contra, ya que los bancos centrales no se atreven a pisar el freno por miedo a que la reciente mejora de la inflación sea temporal.
"Todo esto cambiaría si, como espero, el desempleo empieza a aumentar. El fuerte e inesperado aumento del empleo en EEUU de la semana pasada podría sugerir que aún falta mucho para que esto ocurra, pero no estoy de acuerdo", señala.
Según su análisis, la situación del mercado laboral en EEUU está comenzando a normalizarse, y el reciente aumento de los rendimientos agregará una nueva presión. La disponibilidad de fuerza laboral está en aumento, impulsada en parte por la inmigración, y la tasa de paro ha subido, a pesar del crecimiento del empleo. "Si el desempleo en EEUU continuara aumentando de manera moderada durante los próximos tres meses, se incumpliría la regla de Sahm", explica.
"Esto", añade, "indicaría que la economía estadounidense está entrando en recesión", porque "es un indicador más preciso que la curva de rendimiento, más conocida, y la Reserva Federal la sigue de cerca". Y si EEUU cae en recesión, aunque fuera breve y poco profunda, como se espera, esto obligaría a la Fed a un "cambio importante" en su política monetaria.
"La inflación estadounidense ya ha caído significativamente y, según mi hipótesis, la Fed vería cómo el equilibrio de riesgos pasa de una relajación demasiado temprana a mantener los tipos demasiado altos durante demasiado tiempo", explica
"Ese cambio", concluye, "debería producirse a principios de 2024. Y si estoy en lo cierto, eso sería una buena noticia para los bonos y, a pesar del golpe a los beneficios, también un alivio para los mercados de renta variable".