¿Cuál será el futuro de la Argentina de Milei? Esto anticipa J. Safra Sarasin

El presidente electo plantea una reforma fiscal y la dolarización de la economía

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La victoria del ultraliberal Javier Milei en las elecciones presidenciales de Argentina plantea dudas sobre cómo el nuevo Gobierno podrá materializar sus promesas electorales, entre las que se incluyen una reforma fiscal, pasar la "motosierra" por el gasto del Estado o la dolarización de la economía. "Comienza la reconstrucción de Argentina. Comienza el fin de la decadencia", ha proclamado el presidente electo. Pero ¿qué puede suceder en el país a partir de ahora?

El "libertario" Milei se ha presentado ante los argentinos con un plan de choque para abordar la crítica situación que vive el país, en medio del descontento social ante una inflación del 140%.

"Argentina ha perdido una década. Su PIB real apenas ha crecido en comparación con hace 10 años, y el PIB real per cápita ha ido cayendo. Alrededor del 40% de la población se encuentra ahora por debajo del umbral de pobreza, un fuerte aumento desde el 25% en 2017. La inversión, incluida la inversión extranjera directa, ha sido baja durante toda la década, y el crecimiento de la productividad ha disminuido", afirma Mali Chivakul, economista de mercados emergentes en J. Safra Sarasin Sustainable AM.

En cambio, la economía se ha apoyado en grandes déficits fiscales, financiados mediante la emisión de dinero, lo que ha contribuido a una elevada inflación y a un tipo de cambio sobrevalorado.

"Los grandes déficits fiscales también han contribuido a grandes déficits por cuenta corriente, que alcanzaron su punto máximo en 2018, en torno al 5% del PIB, dado que la base exportadora es pequeña. Los déficits se financiaron a través de deuda de cartera hasta que se enfrentó a una interrupción repentina de las entradas de capital en 2018, ya que el entorno externo se volvió negativo", añade el experto.

En junio de 2018, el FMI aprobó 57.000 millones de dólares para respaldar el programa de ajuste económico de Argentina, el mayor acuerdo de derecho de giro de su historia. El programa se descarriló en un año tras desembolsar 45.000 millones de dólares.

El país reestructuró su deuda en 2020 después de la pandemia y tras una prórroga en 2022, Argentina sufrió una sequía histórica con pérdidas mayores de lo previsto en la producción agrícola, las exportaciones y los ingresos fiscales. El programa de ajuste volvió a descarrilar a mediados de 2023, con el incumplimiento de los principales objetivos fiscales y de reservas.

"Sólo el servicio de la deuda con el FMI, que vence en 2024, asciende ya a 8.000 millones de dólares", alertan desde la gestora.

Milei ha reconocido que la situación de Argentina es crítica. "Los cambios que nuestro país necesita son drásticos. No hay lugar para gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para medias tintas", proclamó tras su victoria frente al peronista Sergio Massa.

Para lograrlo ha prometido una rápida reforma fiscal y el fin de la monetización del déficit. Así como un recorte del gasto público, subidas de impuestos y una solución a los grandes pasivos del banco central que se han emitido para absorber liquidez (15% del PIB).

En el plano monetario, el presidente electo ha sugerido que la dolarización es la solución a la debilidad del banco central argentino, sobre el que ha propuesto su cierre.

Ahora la pregunta que sobrevuela es si podrá materializar todas estas propuestas y si los argentinos serán capaces de aguantar "un ajuste de shock".

"ES NECESARIA UNA AMBICIOSA CONSOLIDACIÓN FISCAL"

En cuanto a llevar a cabo una reforma fiscal rápida, desde J. Safra Sarasin creen que "es necesaria una ambiciosa consolidación fiscal y el presidente electo podría ganarse el apoyo del mercado gracias a su determinación en este ámbito".

No obstante, el partido de Milei sólo cuenta con un pequeño número de escaños tanto en la cámara alta como en la baja, aunque cuente con el apoyo de los políticos centristas, por lo que es probable que su propuesta de reformas fiscales drásticas encuentre una fuerte oposición.

"Esto podría dar lugar a una propuesta fiscal diluida, lo que significaría más de los mismos resultados. Aunque una fuerte consolidación perjudicará a la economía a corto plazo, allanará el camino hacia la sostenibilidad fiscal del país a medio plazo", señala Chivakul.

¿QUÉ IMPLICA LA DOLARIZACIÓN?

Entre 1991 y 2001, Argentina tuvo una junta monetaria con el dólar estadounidense bajo la regla de convertibilidad (un peso por un dólar). Se introdujo después de que el país sufriera hiperinflación y dificultades financieras en la década de 1980. Ayudó a reducir la inflación y a estabilizar la economía hasta cierto punto.

Sin embargo, sin la flexibilidad necesaria en otros sectores de la economía, como los salarios, el peso en términos reales se sobrevaloró con el tiempo, la deuda externa aumentó y el crecimiento se ralentizó.

"Una vez que cesaron las entradas de capital, en gran parte debido a la devaluación de Brasil en 1999, Argentina se enfrentó a importantes presiones sobre la balanza de pagos y tuvo que abandonar la convertibilidad en 2001 tras una retirada masiva de depósitos bancarios. La crisis también provocó el impago de su deuda soberana", matizan desde J. Safra Sarasin.

Para los expertos, la dolarización ofrece "estabilidad" a Argentina dada la credibilidad de la moneda. La teoría de la zona monetaria óptima ofrece también las condiciones clásicas para una paridad dura (o dolarización). "Una zona monetaria funciona mejor con movilidad de capital y mano de obra en y flexibilidad de precios y salarios", resaltan.

"Más allá de la pérdida de su capacidad para tener una política monetaria y cambiaria independiente, la dolarización implica también la pérdida de la capacidad del país para ser prestamista de última instancia del sistema financiero. El Gobierno también perderá los ingresos por señoreaje, la diferencia entre los intereses devengados por los títulos que adquiere el banco central a cambio del dinero que 'imprime'", agregan desde la gestora.

Para llevar a cabo la dolarización oficialmente, el Ejecutivo tendrá que aprobar una ley en el Congreso, lo que ya podría ser un reto, y ser capaz de respaldar todos sus pasivos monetarios con sus reservas actuales de dólares estadounidenses.

"Dado que sus reservas son muy bajas, una dolarización inmediata implicaría un tipo de conversión débil para cubrir todos los pasivos. Un tipo de conversión demasiado débil no es deseable, ya que podría crear una elevada inflación en el periodo de transición", dice Chivakul.

Además, Argentina sigue necesitando dólares estadounidenses para el pago de la deuda externa. El cierre del banco central también es factible, aunque sin olvidar que el banco central de Argentina (BCRA) aún tiene muchos títulos en circulación.

"El sistema financiero entraría en crisis si no se cumplen las garantías del BCRA. Habrá que resolverlos de algún modo antes de poder cerrar el banco central", opina el analista.

Si la población cree que se acerca la dolarización y que el tipo de cambio al que se realizará la conversión será mucho más bajo, puede haber un incentivo para que los argentinos vayan en tropel a retirar sus pesos del sistema bancario y convertirlos en dólares estadounidenses antes de verse obligados a convertir a un tipo de cambio peor.

Este hecho podría obligar al Gobierno a adoptar la dolarización.

"Pero si primero se anuncian de forma creíble otras reformas y se genera cierta confianza en el nuevo Gobierno, los argentinos podrían primero quedarse quietos para ver si el gobierno puede conseguir más financiación externa, lo que podría hacer la transición menos dolorosa. Un ministro de Economía favorable a las reformas y al mercado será clave", concluye Chivakul.

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