La renta fija se ha convertido en la 'niña bonita' de los inversores. La incertidumbre que rodea a las bolsas y el endurecimiento monetario llevado a cabo por los bancos centrales en su lucha contra la inflación, han provocado que las firmas de inversión apuesten por estos activos que vienen encadenando varios meses de rentabilidades atractivas en sus distintos segmentos. Pero no es 'oro todo lo que reluce' y hay quien puede llevarse una "decepción" si se ve tentado a entrar en este mercado.
"La venta masiva en los mercados de renta fija en las tres primeras semanas de agosto ha proporcionado un mejor punto de entrada, pero aún podría haber decepción", advierte Chris Iggo, Chief Investment Officer Core Investment Managers en la gestora de fondos AXA Investment Managers y presidente del AXA IM Investment Institute.
La narrativa a favor de la inversión en renta fija viene sustentada en que el miedo a una recesión inmediata se ha disipado entre los inversores y la solidez de los mercados laborales respalda el crédito, tanto en grado de inversión (investment grade) como en alto rendimiento (high yield).
No obstante, "no hay garantías de que el aterrizaje suave de hoy no evolucione hacia una recesión", insiste Iggo.
A este respecto, el estratega se pregunta si ya es hora de que la cartera modelo empiece a gastar efectivo en activos de mayor riesgo.
"La respuesta honesta es no, todavía no. No hay mucho que esté claramente bien valorado. La renta fija high-yield no es especialmente barata, aunque tiene un rendimiento atractivo y gran parte de la rentabilidad total procede de los ingresos", afirma Iggo. "El crédito con grado de inversión es atractivo, pero los diferenciales no son tan amplios", añade.
Algunas firmas, como Edmond de Rothschild AM, están 'sobreponderadas' en renta fija y favorecen los bonos con grado de inversión, así como bonos high yield de buena calidad.
Otras, como Wellington Management, ven atractivo tanto el high yield como los mercados emergentes desde la perspectiva del yield-to-worst, pero esperan que continúe la volatilidad en un contexto de endurecimiento de las condiciones financieras (junto con el riesgo geopolítico).
CAUTELA CON LAS BOLSAS
La prudencia que aconsejan desde AXA IM no atañe sólo a la renta fija, sino que también se extiende a las bolsas, en un escenario en el que la inflación todavía se mantiene en niveles elevados, los bancos centrales no han puesto fin a las subidas de tipos y el temor a una desaceleración económica sigue latente.
"La renta variable no es barata y realmente requiere una visión a largo plazo. Dadas las asignaciones existentes, es difícil invertir en acciones en este momento. Las perspectivas a largo plazo, por supuesto, se prestan a la renta variable, pero tienen que ser capaces de superar una rentabilidad sin riesgo del 4% al 5% durante los próximos dos años", comenta Iggo.
En este sentido, según analizan desde AXA IM, la estrategia de mercado ideal sería que, tras un aterrizaje suave, se produjera un aterrizaje duro, los tipos se redujeran más rápidamente de lo previsto y los activos de renta variable y de crédito se abarataran considerablemente.
"Sin embargo, si eso es lo que se desea y lo que se espera, probablemente no ocurrirá. Puede que sólo ocurra si se produce un shock", agrega.
Por ello, considera que "los mercados están llenos de gente que insiste regularmente en que algún acontecimiento u otro constituye una conmoción, pero esas cosas rara vez lo son. Son las llamadas incógnitas desconocidas las que realmente crean la oportunidad de valor".