La crisis del coronavirus va a dejar unos mercados financieros bastante distintos a cómo estaban antes de marzo. Según un informe elaborado por CFA Institute a raíz de una encuesta mundial entre sus profesionales asociados, un 83% de los gestores pide a las autoridades respectivas que no prohíban las ventas a corto en caso de rebrote como sí hicieron en los desplomes bursátiles al inicio de la pandemia. Además, muchos temen la vuelta a conductas poco éticas en la industria de gestión y una mayoría prevé una desaceleración en el crecimiento de los fondos pasivos.
En España, la CNMV prohibió la constitución o el incremento de posiciones cortas netas sobre acciones admitidas a cotización en la bolsa española -Ibex 35, Mercado Continuo y MaB- durante dos meses, desde el 17 de marzo hasta el 18 de mayo. La medida ayudó a estabilizar el mercado español, que cinco días antes había sufrido la mayor caída de su historia, por delante del Brexit y Lehman Brothers. La decisión del supervisor español de prohibir los cortos estuvo en línea con sus homólogos en Francia, Bélgica, Austria y Grecia, así como Italia, que adelantó un mes el final de la prohibición a las posiciones bajistas.
La venta a corto, también conocida como negociación bajista, es una herramienta que cada vez más gestores utilizan para lograr una mayor rentabilidad para sus inversores. En lugar de comprar barato y vender caro, los gestores habituales en esta práctica venden caro y compran barato, obteniendo una ganancia por el cambio en el precio del activo. Normalmente, el gestor toma prestadas las acciones sobre las que se quiere realizar la operación, que no posee, y luego vende estas acciones en el mercado abierto al precio de mercado actual. Su objetivo es volver a comprar esas acciones a un precio más bajo en el futuro y devolver las acciones prestadas a su dueño original. Aunque otros gestores también invierten a corto con derivados.
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Cien días después, el Ibex recupera un 15% desde la mayor caída de su historiaLas cotizadas suelen quejarse de esta práctica esgrimiendo que los fondos son quienes hunden su cotización en su propio interés y en el de sus partícipes sin importarles el devenir del negocio de la compañía. Por el contrario, una buena parte de los gestores bajistas se defiende alegando que, gracias a sus fondos, el mercado es capaz de discernir las malas empresas de las buenas y así encuentra su punto de equilibrio, ya que cuando ellos se ponen cortos, es porque la compañía, aun siendo buena, está sobrecalentada en bolsa o bien es que está a punto de quebrar. Y como muchos gestores temen un fuerte rebrote del coronavirus y, por tanto, nuevas caídas de los parqués antes de que acabe el año, ocho de cada diez aspiran a que los supervisores financieros no les corten las alas y les permitan poner en práctica esta herramienta de gestión si se produce tal escenario. Un buen puñado de ganancias estaría en juego.
Relacionado con esto, el 75% cree que las empresas con ayuda de emergencia durante la crisis no deberían pagar dividendos ni compensar a los ejecutivos con bonus.
¿VUELTA A LAS MALAS PRÁCTICAS?
La ética es otro de los aspectos que pueden verse dañados en esta crisis, sobre todo tras la profunda depuración que han vivido gestoras, brókeres y mercados desde la gran crisis financiera de 2008. Según el informe de CFA Institute, titulado ‘Is the Coronavirus Rocking the Foundations of Capital Markets?’, el 45% de los profesionales estima probable que la crisis provoque conductas de “dudosa ética” en la industria de gestión de inversiones, frente a un 30% que responde en posición neutral y un 25% que se muestra en desacuerdo. Este mayor riesgo es percibido, principalmente, en los mercados menos desarrollados. En este sentido, un 94% opina que los reguladores deben reforzar la educación de los inversores sobre el riesgo de fraude en tiempos de crisis, así como extremar la continua vigilancia del mercado (82%).
En el documento, también sobresale otra conclusión. El 58% de los encuestados cree probable o muy probable que la crisis revierta la progresiva tendencia hacia las inversiones pasivas, que no para de recibir flujos de dinero. Este debate vuelve a la palestra después de que la mayor gestora del mundo, BlackRock, y la boutique independiente más reconocida en Francia, Carmignac, hicieran público su desencuentro al respecto de los ETF y los fondos indexados, como publicó Bolsamanía. La gestora liderada por Larry Fink prevé que la gestión pasiva siga arrasando, mientras que la gestora de Edouard Carmignac la da por muerta. Según CFA Institute, el 84% de los profesionales cree positivo analizar la actividad de los ETF durante la crisis, para determinar la naturaleza de su posible impacto sistémico.
En BlackRock, subrayan que, “cada vez que hemos experimentado volatilidad en el mercado, la cantidad de nuevos usuarios de ETF ha aumentado, y una vez comienzan, generalmente no se detienen”. Según uno de sus principales directivos, “si hay un límite para los ETF, creo que todavía estamos lejos de él”. Sin embargo, el segundo directivo de Carmignac está convencido de que esta crisis va a propiciar “el redescubrimiento de las virtudes de la gestión activa, que permite gestionar los riesgos de mercado y seleccionar las empresas capaces de diferenciarse a largo plazo”.