La mayor gestora del mundo en infraestructuras cotizadas, RARE (de Legg Mason, con 4.100 millones de dólares), tiene dos fuertes apuestas en España. Red Eléctrica es la tercera posición de su fondo ‘estrella’, el Legg Mason RARE Infrastructure Value Fund, con un peso del 4,6%, y también está dentro Ferrovial, aunque con una ponderación más pequeña. Con los tipos negativos y el ciclo expansivo de la economía en su fase final, Legg Mason está empujando este fondo entre los inversores españoles. Su carta de presentación es una rentabilidad media anual próxima al 9% desde su lanzamiento.
El mundo avanza a pasos agigantados pero, en muchos lugares, las infraestructuras no se desarrollan a la misma velocidad. Este ‘gap’ es el que la boutique de Legg Mason, que se hizo con ella en 2015, explota como oportunidad de inversión. “Hay infraestructuras en países muy desarrollados que necesitan ser mejoradas. Un ejemplo claro son los alrededores de Manhattan. Pero gran parte del crecimiento proviene de los mercados emergentes y de su ingente clase media, que demanda infraestructuras básicas y otras no tan básicas”, pone en contexto Javier Mallo, responsable de Legg Mason para España y Portugal.
El fondo de RARE, que gestiona 550 millones de euros en activos, tiene el foco puesto en las compañías cotizadas cuyos activos están regulados (gas, electricidad o agua) o son de pago por parte de los usuarios (carreteras de peaje, aeropuertos, puertos o líneas de ferrocarril). Según Mallo, este tipo de empresas cuentan con activos físicos que soportan su valor en bolsa y tienen flujos de caja consistentes y predecibles a largo plazo. En este momento, en el que el consenso de los expertos alerta de una recesión más pronto que tarde, el posicionamiento del fondo es muy defensivo, con un 70% de la cartera en el sector de ‘utilities’ o suministros básicos.
Sus principales posiciones hoy día son cotizadas como Enbridge, Hydro One o Sempra, de Canadá o Estados Unidos. En su top 10, hay varias británicas, caso de United Utilities y Severn Trent, pero éstas se verán "muy poco afectadas" por el Brexit, ya que son compañías que "producen, transmiten y se consumen localmente". En España, el fondo también tuvo a Aena y Abertis, aunque solo se ha quedado con Red Eléctrica y Ferrovial.
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Solo un 2% de los clientes de banca privada en España invierte en capital riesgoEl invertir en infraestructuras a través de cotizadas en la bolsa en vez de comprarlas directamente tiene varias ventajas para los inversores. Se necesita menos inversión inicial, tiene unos costes más bajos y la estrategia es más amplia y flexible. En la práctica, el Legg Mason RARE Infrastructure Value Fund es un fondo común de renta variable. Como recuerda Legg Mason, "la liquidez es fundamental, sobre todo ahora", con un mercado que puede caer en cualquier momento. En ese sentido, puntualiza Mallo, "no es lo mismo comprar un aeropuerto que invertir en la gestora de un aeropuerto".
A cierre de agosto, el fondo de RARE subía un 19,7% en el año. Está siendo un ejercicio excepcional. Su potencial de rentabilidad objetivo a medio y largo plazo oscila entre el 8% y el 10%, y ahora está cercano al 11%. Cuando el mercado sube un 100%, el fondo gana un 70% en promedio, pero si el mercado cae un 100%, solo pierde un 55%, lo que le convierte en un "todoterreno".
UN MERCADO DE 110 BILLONES DE DÓLARES EN 2030
Aunque la curiosidad de los inversores por los activos alternativos ha despertado hace poco, como reacción a los tipos bajos y la volatilidad en los parqués, “no hay ninguna moda detrás de las infraestructuras”, subraya el directivo de Legg Mason. Están en el día a día de los ciudadanos y cada vez será necesario que haya más y mejores.
Legg Mason estima que los activos en infraestructuras crezcan un 124% hasta 2030, hasta superar los 110 billones de dólares en el mundo. En las economías avanzadas prácticamente se duplicarán, hasta los 50 billones, y en los países en desarrollo incluso se triplicarán, hasta los 60 billones.
Entre 2016 y 2040, la inversión en energías renovables alcanzará los ocho billones de dólares, y en 2050 se prevé que el 66% de la población mundial viva en núcleos urbanos. De hecho, si bien en 2014 había 28 megaciudades, aquellas con más de diez millones de habitantes (con París y Londres como únicas europeas), en 2030 el número de megaurbes será de 41, y ninguna de las nuevas estará en Europa o Estados Unidos.