Si hay algo en lo que coinciden los estrategas con sus previsiones para 2024 es que la renta fija volverá a ser una de las grandes favoritas. Sin embargo, el escenario será diferente al de este año gracias a que llegarán los primeros recortes de tipos por parte de los bancos centrales, de forma que se está produciendo un cambio hacia menores duraciones en las carteras. Pero ¿qué es lo que ha convertido al mercado de deuda en protagonista durante estos doce meses?
A medida que se aproxima el final de 2023, llega el momento de hacer balance sobre el comportamiento de los activos financieros y desde Wellington Management han apostado por analizar los factores que están detrás de los últimos movimientos de la renta fija.
1. Rally del mercado. "Durante el mes pasado, los mercados de renta fija experimentaron un rally significativo, con un fuerte descenso de los rendimientos de los bonos soberanos, lo que supuso un cambio de tendencia asombroso desde finales de octubre y marcó la mejor rentabilidad en un mes de la renta fija global desde 2008", afirma Marco Giordano, director de inversiones de renta fija de la gestora.
Entre los impulsores de este movimiento se encuentran las comunicaciones de la Reserva Federal (Fed) y otros bancos centrales reiterando la idea de que la inflación estaba volviendo a niveles más normalizados y que las condiciones financieras ya eran estrictas, con una política monetaria lo suficientemente restrictiva.
Estas declaraciones han sido interpretadas como que no va a ver más subidas de tipos y que los recortes llegarán en 2024.
Además, "las posiciones de cobertura cortas por parte de los inversores que estaban posicionados cortos de duración aceleraron esta tendencia", añade el experto.
2. Datos económicos. Los últimos datos sugieren que, aunque las economías se están debilitando, "lo hacen lentamente y los ciclos están tocando suelo", señala Giordano.
En Estados Unidos, el ISM manufacturero se ha mantenido por debajo de los 50 puntos, lo que demuestra que el endurecimiento de las condiciones financieras está empezando a hacer mella.
En Europa, por su parte, a pesar de que los PMI manufactureros se mantienen en territorio de contracción, la mayoría de los países experimentaron un repunte en noviembre y los indicios apuntan a que el ciclo pudo haber tocado fondo durante el verano.
3. Freno a la deuda alemana. A mediados de noviembre, el Tribunal Constitucional alemán declaró inconstitucional la transferencia de 60.000 millones de euros del Fondo Covid al Fondo para el Clima, así como el uso generalizado de sociedades instrumentales para eludir el freno a la deuda.
"El impacto inmediato de la sentencia es que la política fiscal será menos expansiva en los próximos años, y reduce la emisión prevista de bunds en el futuro, ya que el Gobierno debe reducir sus compromisos fiscales o encontrar otras formas de financiarlos", explican desde Wellington Management.
De hecho, en la gestora no esperan que la sentencia del tribunal sea revocada ni que se elimine el freno de la deuda en este parlamento, pero de momento limita el gasto fiscal. "Esto hace más difícil para Alemania abordar los retos estructurales y cambiar su modelo económico de las exportaciones al consumo interno", puntualizan.
4. Mercados emergentes. Los bancos centrales de los mercados emergentes han logrado anticipar las subidas durante este ciclo, lo que les sitúa en una posición envidiable desde la que bajar gradualmente los tipos, apoyando la economía sin riesgo de afianzar la inflación en el sistema.
"En este contexto, las divisas emergentes deberían, en teoría, luchar no sólo por estos recortes de tipos, sino también porque la dinámica de fin de ciclo suele favorecer al billete verde, el franco suizo y el yen japonés como activos refugio", comenta Giordano.
No obstante, "el carry trade, en el que los inversores se endeudan en divisas con tipos bajos para invertir en divisas de mayor rentabilidad, ha sido una estrategia muy acertada este año y podría seguir siéndolo durante algún tiempo", agrega.
5. Resistencia del consumidor. El crecimiento de los salarios ha sostenido los ingresos frente al aumento de la inflación y, aunque existe preocupación por la llegada de una recesión, no parece que ésta esté impulsada por los consumidores.
El exceso de ahorro acumulado durante la pandemia se ha agotado en EEUU, pero no en Europa, donde las tasas de ahorro siguen siendo más altas que antes del Covid.
Asimismo, y aunque la morosidad de las tarjetas de crédito ha aumentado recientemente, sigue estando muy lejos de los niveles observados en el periodo previo y posterior a la crisis financiera mundial, cuando las lecturas superaron el 3%.
"Aunque muchas curvas de rendimiento siguen invertidas, observamos un aplanamiento, ya que el repunte fue más pronunciado en los bonos a largo plazo. Para tener una perspectiva de la rentabilidad, la duración del bono del Tesoro estadounidense a 30 años es de algo más de 16 años, y su rendimiento cayó unos 60 puntos básicos, lo que se traduce en una rentabilidad del 9,7%", valora el analista.
"También hemos asistido a una venta masiva del dólar estadounidense (USD) a medida que los mercados empiezan a valorar la tendencia a la baja de los tipos del USD en relación con una cesta de otras divisas de mercados desarrollados", concluye Giordano.