La última vez que Australia tuvo una recesión, Alemania todavía estaba demoliendo el Muro de Berlín y Margaret Thatcher acababa de dimitir. Era 1990. Desde entonces, el país no ha parado de crecer e, incluso, resistió a la crisis financiera global de 2008. Sin embargo, firmas de primer orden advierten ahora que el mercado inmobiliario de Australia se está debilitando y están preocupadas porque se esté desarrollando a cámara lenta una crisis crediticia que podría empeorar en los próximos 12 meses. En este escenario, con la burbuja inmobiliaria australiana a punto de explotar, gestoras como Jupiter creen que el verdadero valor refugio para los inversores hoy es precisamente la renta fija gubernamental del propio país. Sus bonos son triple A y, además, su banco central iría a bajar tipos hasta casi el 0% y a aplicar la flexibilización cuantitativa que antes hicieron la Fed o el BCE, decisiones que revalorizarían su deuda.
EL PROBLEMA…
Como recuerda Ariel Bezalel, responsable de estrategia en el área de Renta Fija de Jupiter, la configuración actual del mercado de la vivienda en Australia tiene “sorprendentes similitudes” con el mercado de la vivienda en Estados Unidos antes de la crisis financiera global. El inmobiliario australiano se ha disparado en los últimos 35 años, pero ahora se está desinflando rápidamente a medida que los bancos ajustan sus estándares de préstamos, bastante laxos hasta la fecha. Prueba de ello es que los precios de la vivienda cayeron un 1,3% en diciembre, la mayor caída mensual desde 1983, siendo la caída anual del 6,1% en el conjunto de 2018.
El otro aspecto que le preocupa a Bezalel es que los consumidores australianos son los más endeudados del mundo desarrollado, con una deuda de los hogares sobre el PIB en torno al 120%, una relación algo más alta que donde estaba el consumidor estadounidense justo antes de la crisis. En Australia, las hipotecas representan el 56% del total de la deuda doméstica, y esto “ya está impactando en la economía australiana”.
A estos problemas internos del país oceánico, se suman otros vientos en contra de la economía, como la desaceleración del crecimiento en China, el mayor socio comercial de Australia, y unas elecciones federales en mayo “potencialmente perjudiciales”.
… Y LA SOLUCIÓN
A pesar de este desalentador contexto para Australia, la gestora es optimista con los bonos del gobierno australiano a más largo plazo, que conservan su originaria calificación AAA. Estas emisiones se han unido a otros activos refugio como los bonos del Tesoro estadounidense como un tipo de activo muy codiciado por los inversores internacionales. En su resistencia está su atractivo. Ambos bonos se apreciaron mucho durante el fuerte episodio de volatilidad y corrección en las bolsas en el cuarto trimestre de 2018.
Además, el Banco de la Reserva de Australia podría hacer próximamente lo que ya han hecho durante la última década la Fed en Estados Unidos y el BCE en la zona euro: bajar los tipos oficiales de interés e implementar un programa de flexibilización cuantitativa, lo que sería doblemente beneficioso para el precio del bono australiano, que subiría sustancialmente. “Las tasas de interés en Australia están alrededor del 1,5%, y creemos que hay potencial para que lleguen a cero dados los riesgos destacados para la economía”, asegura el experto de Jupiter.