El cannabis quiere dejar de ser un pecado en Estados Unidos. 45 empresas cotizadas se han unido para hacer lobby y dejar de ser consideradas 'sin stocks', es decir, títulos pertenecientes a un sector considerado como pecaminoso e inmoral, tales como las tabacaleras o destilerías. De esta manera, buscan despedirse de su mala fama y seducir a los fondos ISR (Inversión Socialmente Responsable).
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La bebida con cannabis, el nicho de 2.100 millones que atrae a Coca-ColaEstas compañías se han unido bajo la Global Cannabis Partnership, un grupo que reclama al Gobierno de EEUU poder ser tratadas como una inversión ESG, es decir, como empresas que incorporan en su actividad factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo.
"Nuestra esperanza es lograr para el cannabis lo que supuso el 'Fair Trade' para el café", ha afirmado Lara Wood, una de las consejeras de esta organización durante el World Cannabis Congress celebrado en New Burnswick.
"Solo necesitamos una empresa que obre mal para que se tache a toda la industria de lo mismo", ha apostillado Terry Lake, otro de los componentes de esta entidad.
"Nos encontramos en un ambiente altamente regulado y nos gustaría pedir al supervisor que tenga un acercamiento más liberal a nuestra industria y la única manera de lograrlo es si demostramos que podemos jugar bajo sus reglas", ha concluido Wood.
Esta organización está compuesta por empresas del sector como Canopy Growth Corp y Aphria, además de bufetes de abogados y agencias gubernamentales que actúan como representantes de países como Canadá, Australia y Reino Unido.
Actualmente, el proceso de certificación para desplazarse desde la calificación 'sin stock' a la de inversión ESG se está llevando a cabo con la ayuda de EY, una de las firmas contables más relevantes del mundo financiero que ya está trabajando para convencer a un panel de evaluación independiente de los beneficios de incluir a este tipo de empresas bajo este paraguas.
El objetivo de estas es hacerse con una mayor aceptación por parte de los inversores institucionales e incluso de fondos de pensión. Eso si, no debe confundirse la inversión ESG con la ética, puesto que esta última busca única y exclusivamente extraer la rentabilidad moral de sus inversiones en lugar del impacto social y medioambiental de las empresas en las que depositan su confianza y dinero.