La Tasa Tobin no es nueva ni tampoco los intentos para su aplicación. Sin embargo, ahora parece que por fin verá la luz. Once países de la Unión Europea han aprobado su implantación a partir de 2015, entre ellos España, pero también los ‘grandes’ como Alemania y Francia, que de hecho han sido los impulsores de la iniciativa.
Te contamos en qué consiste, como te afecta y todo lo que necesitas saber para entender la famosa Tasa Tobin y sus consecuencias para nuestra economía en general y para tus bolsillos en particular.
¿Qué es la Tasa Tobin?
La Tasa Tobin es un impuesto sobre las transacciones financieras que inicialmente surgió para aplicarse a las operaciones en el mercado de divisas. Actualmente se entiende como un impuesto que grava cualquier tipo de transacción financiera, desde la compraventa de acciones hasta las de bonos pasando por derivados y toda operación que se nos pueda ocurrir en los mercados financieros.
¿Cómo y cuando surge?
El ‘padre’ de esta tasa es James Tobin, que la postuló por primera vez en 1971 en la publicación Janeway Lectures de la Universidad de Princeton (ver texto original).
¿Cómo funciona?
La Tasa Tobin se aplica en forma de un porcentaje sobre las operaciones financieras. El acuerdo plantea gravar con un tipo del 0,1% la compraventa de acciones y bonos y con un 0,01% las operaciones con derivados a partir de 2015. Este porcentaje se aplica primero sobre la compra del activo y después sobre su posterior venta. A modo de ejemplo, si compramos 10 acciones por valor de 100 euros pagaríamos 1 euros por la Tasa Tobin en la compra. Si al cabo de un tiempo queremos vender esas acciones por 150 euros pagaríamos también el 0,1% de la operación, es decir, 1,5 euros.
¿Se puede esquivar invirtiendo a través de otro país?
Uno de los riesgos de la Tasa Tobin es que fomente la deslocalización de las inversiones hacia bolsas y mercados de países en los que no se aplique. Para evitarlo, la CE ha recurrido al principio de residencia, según el cual la tasa se aplicará siempre que alguna parte implicada resida en uno de los once estados que la avalan. De esta forma, dará igual donde se realice la operación, ya que se impondrá la procedencia de la misma.
¿Quien paga la Tasa Tobin?
En sus orígenes la Tasa Tobin se ideó para poner frenar la especulación en el mercado de divisas una vez se puso fin al sistema de Brenton Woods y al patrón oro reinante hasta ese momento. Al dejar de tener las monedas una cotización o valor fijo se temía que se desatase una fiebre especuladora y la Tasa Tobin era la forma de frenarla. En el planteamiento inicial serían los bancos quienes se harían cargo de la Tasa Tobin y precisamente por eso también se conoce como la Tasa Robin Hood al recaer sobre la parte supuestamente más fuerte.
El miedo, como siempre, es que las entidades terminen trasladando estos costes al cliente final, es decir, a los ahorradores.
¿Por qué se quiere recuperar?
Existen varias razones para que estos once países apuesten por recuperar la Tasa Tobin. Para empezar, en la actualidad la inmensa mayoría de servicios financieros están exentos de pagar el IVA, lo que supone que operar en los mercados financieros sale relativamente barato en términos fiscales. De hecho, comisiones al margen, sólo se paga por las ganancias obtenidas. En este punto la Tasa Tobin serviría para recaudar por esta vía lo que no se cobra a través de otras exenciones fiscales.
Algunos expertos también apuntan que podría tener un efecto disuasorio sobre las operaciones a corto plazo, ya que se incrementarían los costes. Esto, en teoría, podría fomentar la inversión a largo plazo o por lo menos frenar a los inversores que no buscan tomar posiciones durante mucho tiempo en un valor.
Por último, también existe un claro objetivo recaudatorio. Los once países ya han adelantado que parte del dinero recaudado serviría para cuadrar el presupuesto europeo.
¿Qué efectos puede tener sobre la economía?
Existen dos corrientes al respecto. La primera es que afectará positivamente a la economía y, sobre todo, a los mercados, frenando la especulación y en cierto sentido el poder de los bancos. Y es que en los últimos años los llamados inversores institucionales, los que mueven el mercado, han ido ganando demasiado poder. La Tasa Tobin tendría así un efecto democratizador sobre sus ganancias, obligándoles a repercutir en las arcas públicas parte del dinero que ingresan por sus operaciones especulativas.
Por otro lado, también están quienes opinan que puede tener un impacto negativo sobre los flujos de capital, entre ellos el ministro de Economía, Luis De Guindos. El miedo reside en que un impuesto sobre las transacciones consiga que se generen menos o que estas busquen otras vías o países en las que llevarse a cabo. Precisamente por eso desde el Gobierno abogan porque se implante de forma coordinada. Fuentes más críticas defienden que si no se aplica de forma internacional en todo el mundo no tendrá éxito.
Lo que sí es seguro es que supondrá un aumento de los ingresos del Estado en un momento donde la recaudación ha caído.
¿Existen ejemplos históricos?
A lo largo de la historia varios países han implantado la Tasa Tobin o medidas similares. Suecia lo hizo en 1984 con una tasa del 0,5% sobre las transacciones que aumentó hasta el 1% en 1986. Más tarde, en 1989 añadieron una del 0,002 sobre la renta fija a menos de 90 días y de 0,003% para la de más de cinco años. El experimento no fue todo lo bien que cabría esperar, ya que la recaudación fue menor de la prevista (100 millones de coronas frente a unos cálculos de 1.500 millones), la compra de bonos se hundió un 85% y la de futuros un 98%. Además, las acciones cayeron en los días previos al anuncio y la puesta en marcha de la medida. Finalmente entre 1990 y 1991 se abolieron ambas tasas.
Se pueden incluso encontrar ejemplos anteriores al nacimiento de la Tasa Tobin como tal. Así, en 1808 se aprobó en Reino Unido el Stamp Duty Reserve Tax (SDRT) y el impuesto del sello como un tributo ad valore sobre la compra de acciones. Este impuesto funcionó con porcentajes de entre el 2% y el 1% hasta que en 1986 se decidió situarlo en el 0,5%. Lo que descubrieron con los cambiso en el tipo de gravamen es que el mercado funcionaba mejor cuando se anunciaba una caída de los mismos.
A estos hay que añadir la prueba belga de 2004 con la Tasa Spahn, una variación de la Tasa Tobin, que imponía el pago del 0,1% en las operaciones de cambio de divisas. Además, incluía un sistema por el cual elevaba el impuesto si se detectaba que la moneda estaba sufriendo un ataque especulativo.
Francia ha sido la última en sumarse y desde agosto cuenta con un Impuesto sobre Transmisiones Financieras que incluye una tasa del 0,2% sobre las transacciones de empresas con una capitalización bursátil de más de 1.000 millones de euros y sede en Francia, así como una tasa del 0,01% sobre determinadas transacciones en el negocio de alta frecuencia y productos de especulación como los Credit Default Swaps. Exentas de este impuestos quedan las operaciones intradiarias.
¿Cómo me afecta al bolsillo?
La respuesta más fácil y sencilla es un claro no. La Tasa Tobin está ideada para que recaiga sobre las entidades financieras y los brokers, no sobre el cliente particular. Sin embargo, siempre existe el riesgo de que bancos y firmas de inversión aumenten sus comisiones para hacer frente a este impuesto.
Ahora que ya sabes como funciona la Tasa Tobin ¿Qué te parece? ¿Estás a favor o en contra? Y por supuesto, si todavía tienes dudas al respecto sólo tienes que preguntar y te responderemos.
¿Algo que añadir? ¡No te cortes!