Por algún motivo la cultura china está cubierta de un halo de misterio que se traslada también a los chinos que emigran a España y sobre los que circulan las leyendas más variopintas, empezando por su supuesta inomrtialidad, la ausencia de gatos en las cercanías de sus restaurantes y terminando por las cuestiones fiscales: Los chinos no pagan impuestos. Nada más lejos de la realidad. De hecho, los empresarios chinos afincados en España pagan los mismos tributos que cualquier otro emprendedor. Vamos a verlo.
Las acusaciones del impago de impuestos por los establecimientos chinos se han ido expandiendo hasta convertirse en una suerte de leyenda urbana que ya muchos ciudadanos dan como verdad absoluta. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Los comerciantes chinos que actúan en nuestro país sí pagan impuestos como lo haría cualquier empresario nacional y lo mismo puede aplicarse a las empresas chinas que trabajan en España.
Lo primero que debemos aclarar es que existe un acuerdo comercial entre España y China, como lo existe con otros muchos países, para evitar la doble imposición a empresas chinas que operan en España y las españoles que operan en China, así como para prevenir la evasión fiscal en el IRPF y el Impuesto sobre el Patrimonio. Este acuerdo data de 1990 pero fue publicado en el BOE de 25 de junio de 1992 (ver texto) como apuntan desde Vivencias Varias. Este tipo de convenios son normales y no se limitan a china ni mucho menos. Para que lo entendamos perfectamente, una persona residente en China que obtiene sus ganancias en España pagará impuestos en España, y el convenio lo que le previene es que después tenga que volver a pagar impuestos en China.
El segundo punto de polémica viene a colación de los supuestos cinco años que pueden operar sin pagar ningún tipo de impuesto y que no es más que otro bulo. De hecho, es más bien China quien permite a las empresas de inversión extranjera beneficiarse del pago de menos impuestos durante cuatro años, como explica Casa Asia. ¿Los comercios chinos en España? Están sujetos a la misma normativa que el resto de comercios y que les permite estar exentos del pago del Impuesto de Actividades Económicas durante los dos primeros años.
En definitiva, que los comerciantes chinos también pagan impuestos y tributan como cualquier otra empresa. ¿Que habrá quienes decidan no hacerlo? Por supuesto, pero también entre los españoles y empresarios de otras nacionalidades.
¿Financiación preferente?
Además de los impuestos, se achaca a los comerciantes chinos su mayor acceso a financiación y esto es cierto, pero porque consiguen créditos fuera del mercado tradicional de bancos, cajas e incluso de los préstamos ICO. Estos medios alternativos empiezan en el ICBC, banco Chino que ya cuenta con sede en España, y una sociedad más acostumbrada a los préstamos entre particulares o entre particulares y empresas. ¿Que no todos ellos estarán debidamente regulados? Seguro, pero no por ello debemos generalizar.
En definitiva, los comerciantes chinos deben hacer frente a las mismas obligaciones fiscales que los nacionales y a las mismas obligaciones administrativas, de higiene y de horario. Si las incumplen, como a buen seguro hacen muchos comercios regentados por nacionales y extranjeros, deberán hacer frente a las consecuencias, que pueden pasar desde multas, inhabilitación e incluso cierre del negocio.
Imagen – edans
¿Algo que añadir? ¡No te cortes!