Rheinmetall, Leonardo, Thalès y Airbus, las joyas del STOXX® Europe Total Market Aerospace & Defense
Por: Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE)
En la mitología nórdica, el Rin encierra un tesoro: oro con propiedades mágicas que confiere un inmenso poder a quien lo posee, siempre que renuncie al amor. Europa acaba de redescubrir este oro. ¿Se apoderará de él, consciente de las consecuencias de su acción?
Es cierto que el oro en cuestión ha cambiado un tanto de aspecto en los últimos mil años, pero es fácil de reconocer. Por ejemplo, ahora se llama Rheinmetall, una empresa alemana especializada en armamento y maquinaria con sede en Düsseldorf, a orillas del Rin, naturalmente. Su acción brilla con luz propia: +80% desde comienzos de año y cerca de un +1.000% durante los tres últimos años.
Sin embargo, el tesoro europeo también encierra otras joyas, no necesariamente alemanas, como Leonardo, Thalès y Airbus. Están reunidas en un cofre denominado índice STOXX® Europe Total Market Aerospace & Defense, una cesta que ha tocado máximos históricos, superando a la mayoría de los índices mundiales. Mejor aún: desde el estallido de la guerra en Ucrania el 24 de febrero de 2022, hace exactamente tres años, este índice se ha revalorizado un 136% (en euros), superando incluso la espectacular trayectoria (+131% en dólares) de los famosos «Siete Magníficos», es decir, los gigantes tecnológicos estadounidenses.
La explosión de los valores relacionados con la defensa se origina, como cabía esperar, en el estallido de la guerra en Ucrania, pero, con el tiempo, un factor más estructural ha venido a apoyar esta tendencia: el giro de 180 grados de la doctrina europea en materia de defensa. Espoleada desde el primer mandato de Trump por sus amenazas de retirar a EE. UU. de la OTAN si los europeos no cumplían su compromiso de dedicar el 2% de su presupuesto a defensa y arrinconada después por la guerra de Ucrania y por las recientes declaraciones de Trump apoyando las reivindicaciones territoriales de Rusia y reduciendo su apoyo a Ucrania, Europa se está viendo obligada a tratar la cuestión de la defensa como una nueva prioridad. El cambio en materia presupuestaria es significativo. El gasto militar ha aumentado recientemente tras mantenerse durante mucho tiempo por debajo del 2% exigido por la OTAN. El Presidente Macron incluso mencionó un objetivo del 5%, recogiendo una petición de Trump. Aunque este nivel pueda parecer inalcanzable a corto plazo, indica una dirección clara. Parece factible un objetivo del 3,5% para 2035, cercano al nivel actual de EE. UU.
¿Cómo puede financiarse semejante esfuerzo? Si este gasto tuviera que sufragarse únicamente con cargo a los presupuestos nacionales, la mayoría de los cuales ya están al límite, la cuestión quedaría rápidamente descartada, pero Europa sabe ingeniárselas cuando se ve acorralada. En particular, cabe esperar la creación de nuevos mecanismos supranacionales autorizados a emitir deuda destinada a proyectos militares. El Banco Europeo de Inversiones podría desempeñar un papel en este sentido, asociándose con inversores privados para multiplicar las sumas en juego. Este cambio podría ir acompañado de innovaciones reglamentarias, como la exclusión del nuevo gasto militar del cálculo de la deuda pública que supervisa la Comisión.
Estas medidas no se aplicarán inmediatamente, pero a lo largo de varios años, este esfuerzo transformaría la industria y la investigación europeas, así como el empleo. Barclays cifra el crecimiento adicional en un escenario intermedio entre el 0,1% y el 0,3% anual, con un efecto acumulado de alrededor del 1,6% en 2035. Este porcentaje puede parecer modesto, pero representa 1,62 billones de euros de gasto adicional con respecto a la tendencia actual. Y este cálculo se basa en la hipótesis de un 3,5% del PIB dedicado a defensa. Un escenario del 5% duplicaría este efecto.
Desde la perspectiva del mercado, las consecuencias parecen obvias: más deuda pública, pero autorizada; más crecimiento, centrado en unos pocos sectores; y más riqueza para los fabricantes de armas, que por un tiempo se convierten en el nuevo oro del Rin, o del Garona en el caso de Airbus. Pero como advierte el mito, adueñarse de este oro significa renunciar al amor. De hecho, estamos hablando de mucho dinero que ya no fluiría hacia la sanidad o la educación. El ciclo wagneriano que ha abierto «El oro del Rin» nos recuerda, pues, que renunciar al amor tiene consecuencias. El final del ciclo se denomina «El ocaso de los dioses».