"Los inversores disponen en la actualidad de refugios claramente identificados"...¿Small Caps?

Por Olivier de Berranger, consejero delegado, y Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE)

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Capitalbolsa | 24 sep, 2024

Actualizado : 08:39

Sería un poco precipitado considerar la corrección de agosto como una vicisitud intrascendente. En realidad, marcó un punto de inflexión en la psicología del mercado. Durante más de 2 años, entre la inflación y las subidas de tipos, los mercados han seguido la lógica de «las malas noticias son buenas noticias».

En otras palabras, los datos macroeconómicos negativos, o los que se situaban por debajo de las expectativas, se consideraban buenas noticias, ya que sugerían una economía menos dinámica que probablemente reduciría las presiones inflacionistas y, por tanto, permitiría a los bancos centrales detener su endurecimiento monetario antes de empezar a recortar los tipos.

La situación ha cambiado radicalmente. La reacción especialmente negativa de la renta variable ante el sorprendente aumento del desempleo en EE. UU. reflejó este cambio de mentalidad: los mercados volvieron a su lógica de «las malas noticias son malas noticias».

Esta vuelta a la normalidad, que más bien es saludable a largo plazo, ha venido acompañada de otro cambio. En los últimos años, se había visto socavada la correlación negativa entre la renta variable y la renta fija.

En cambio, en la corrección de agosto se reanudaron los movimientos opuestos a los que nos tienen acostumbrados estas dos clases de activos. Preocupadas por el repentino deterioro del empleo en EE. UU. y el retorno del riesgo de recesión, las bolsas cayeron bruscamente. Ante la posibilidad de un recorte acelerado de los tipos por parte de la Reserva Federal, los mercados de renta fija subieron considerablemente.

Esta vuelta a la normalidad tiene una virtud: devuelve a los inversores cierto margen de maniobra en términos de asignación de activos, ya que la renta fija puede volver a desempeñar su papel de colchón de seguridad. En un momento en que aumentan las dudas sobre la fortaleza del mercado laboral estadounidense, esta perspectiva es tranquilizadora.

A diferencia del annus horribilis de 2022, los inversores disponen en la actualidad de refugios claramente identificados –sobreponderar los bonos, pasar de los valores cíclicos a los defensivos y las acciones de crecimiento visible– en caso de que quede desbaratado el aterrizaje suave de la inflación y el crecimiento, que constituye el escenario central de los mercados. Mientras tanto, esperamos una tercera vuelta a la normalidad: la de la valoración de las small-mid caps, que sigue moviéndose en mínimos históricos en comparación con la de las acciones de gran capitalización.

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