La transición energética marcará los próximos años

Norbert Rücker, Head Economics and Next Generation Research, Julius Baer

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Capitalbolsa | 28 sep, 2023

Mientras el viejo mundo de la energía, con los precios del petróleo rozando la barrera de los 100 dólares por barril, domina los titulares, el nuevo mundo de la energía sigue reconfigurando los mercados con un ímpetu excepcional. El informe "Net Zero Roadmap" de la Agencia Internacional de la Energía, publicado recientemente, confirma la dinámica actual.

Los índices de adopción de las energías limpias y la movilidad eléctrica superan las expectativas y se están consolidando como mercados de masas esta década. Es probable que el hidrógeno y otras soluciones sólo desempeñen un papel secundario en nichos específicos. La transición está impulsada por la economía más que por la política. El auge actual debería ir seguido de un periodo de enfriamiento y consolidación, que es la historia clave que los inversores deben seguir, y de la que ya hay indicios en la energía limpia.

El viejo mundo de la energía fósil domina los titulares estos días. La percepción de escasez de oferta alimenta el ánimo alcista del mercado y eleva los precios del petróleo cerca de los 100 dólares por barril. Algo menos notoria, la Agencia Internacional de la Energía presentó una actualización de su informe "Net Zero Roadmap", en el que analiza en profundidad cómo avanza la transición energética. El informe ofrece valiosas perspectivas sobre el statu quo y la dinámica actual. En comparación con el análisis realizado hace dos años, surgen varios aspectos destacados.

La transición energética se perfila como una tendencia estructural deflacionista.

En general, la transición se ha acelerado sustancialmente en todo el mundo debido, entre otros factores, al crecimiento de las soluciones ofrecidas, la ampliación de la oferta y la fuerte demanda de alternativas provocada por las crisis energéticas inducidas por los combustibles fósiles. Al menos la parte energética del reto de las emisiones mundiales parece estar más o menos en vías de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas, a diferencia de otras partes significativas, como la alimentación y la agricultura. La aceleración es más notable en el sector de las energías limpias, donde la energía solar se ha convertido en un mercado de masas mundial y donde el almacenamiento en red mediante baterías muestra actualmente una de las mayores dinámicas de crecimiento. El negocio de la energía solar es un negocio básico con escasas barreras de entrada y una competencia feroz. Dadas las enormes inversiones en fabricación, sobre todo en China, las capacidades casi alcanzan, o potencialmente ya superan, los niveles necesarios para contribuir al objetivo de cero emisiones netas, estimadas en unos 800-1000 gigavatios al año. Esta dinámica se traduce en precios y márgenes bajos, razón fundamental de nuestra opinión neutral. En cuanto a la movilidad eléctrica, la dinámica ha repuntado y las tendencias actuales superan las estimaciones anteriores.

Las cadenas de suministro se escalan en el tiempo y los posibles cuellos de botella en el suministro de baterías siguen siendo un reto clave, pero son menos acuciantes de lo que se pensaba. Las continuas oleadas de crecimiento de la oferta de productos en los mercados clave de Norteamérica, Europa y China deberían seguir impulsando el cambio hacia la movilidad eléctrica. Estos vientos de cola fundamentales, combinados con un negocio que en algunas partes tiene altas barreras de entrada, sustentan nuestra opinión constructiva sin cambios. Mientras tanto, las expectativas para el hidrógeno se han atenuado. La logística es onerosa, salvo para el amoníaco, y al ser un derivado de la energía limpia, las desventajas de costes son estructurales. El hidrógeno parece desempeñar un papel de actor secundario en nichos de mercado específicos, como los fertilizantes, el transporte marítimo y la producción de acero y biocombustibles, mientras que un papel en el almacenamiento estacional de energía, la movilidad y la calefacción parece muy improbable. La transición energética está en pleno apogeo y se rige por la dinámica del mercado más que por la política. Los obstáculos no son la economía ni los costes, sino las instituciones y las viejas y rígidas estructuras del mercado mundial de la energía.

Mantenemos la opinión de que la transición energética se perfila como una tendencia estructural deflacionista y de aumento de la productividad que dominará la próxima década hasta 2035 y más allá. Sin embargo, las perspectivas a más corto plazo son de consolidación y enfriamiento tras el auge, que es el elemento clave que deben tener en cuenta los inversores.

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