Volatilidad para recibir los resultados, con el Dow en 35.000 y el T-Bond en 1,30%
Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco
Aunque la evolución de los índices la segunda semana completa de julio podría dar de nuevo la impresión de una semana más bien anodina, con tendencia ligeramente bajista en las plazas europeas y americanas (caída semanal del 0,5% para el Dow Jones y de casi el 1% para el S&P y el Eurostoxx), y ligeramente alcista para las asiáticas (subida del 0,2% para el Nikkei y del 0,4% para el Shanghai Composite), la realidad es que la semana pasada ha estado llena de lecturas interesantes y nos deja mucho material para reflexionar.
La semana empezó el lunes con el S&P, el Nasdaq y el Dow Jones marcando nuevos máximos de todos los tiempos, y con el Dow a punto de superar los 35.000 puntos (de hecho, los superó en algunos momentos de la sesión del miércoles). Detrás de esas subidas estaba la expectativa de unos resultados empresariales del segundo trimestre muy buenos, con el consenso de analistas esperando que los beneficios de las compañías del S&P suban un 64% respecto del mismo periodo del año pasado.
Sin embargo, las Bolsas han terminado el viernes con un tono más bien negativo, pese a que los primeros resultados que se han publicado, sobre todo los de los Bancos americanos, no han decepcionado sino más bien todo lo contrario. JP Morgan, Goldman Sachs, Bank of America, Citi y Wells Fargo han multiplicado sus beneficios en el segundo trimestre y, aunque algunos como Bank of America y Goldman han visto retroceder su facturación en este segundo trimestre por los menores ingresos en el negocio de préstamos, lo cierto es que JP Morgan ganó en el primer semestre un 129% más, Morgan Stanley un 59% más, Bank of America casi triplicó beneficios y Wells Fargo pasó de perder casi tres mil millones de dólares el pasado año a ganar más de diez mil millones de dólares este año.
Curiosamente esos buenos resultados empresariales, además de estar ya en parte descontados en las fuertes subidas de las dos semanas previas, se han visto empañados en esta ocasión por dos preocupaciones de signo casi opuesto.
La primera preocupación es la inflación. El IPC americano de junio, publicado el pasado martes, subió hasta el 5,4% y, lo que es peor, la inflación subyacente (core CPI) subió hasta el 4,5%, el mayor movimiento al alza desde 1991. Aunque la Fed sigue insistiendo en el carácter "transitorio" del repunte de precios, los inversores empiezan a tener la sospecha de que al final la subida de precios se vaya fuera de control.
La segunda preocupación, de signo contrario, es el temor al estancamiento económico que reflejan los tipos de los bonos de largo plazo. Los inversores no entienden que, cuando parece que la economía se está disparando, el tipo del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) esté en el 1,30% y piensan que, si de verdad la economía va a crecer con fuerza, como dice la mayor parte de los expertos, el tipo de interés del T bond debería estar cerca del 2%. No es solo que haya llegado la quinta ola de contagios, es que además muchos empiezan a pensar que tal vez el T bond al 1,30% nos esté diciendo que una economía con los fuertes niveles de deuda que se han generado tras el Covid no puede realmente crecer con alegría cuando vuelva la normalidad. Es decir que el ciclo de recuperación será corto.