La Fed y el índice de Buffet
Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco
Actualizado : 14:42
Si la primera semana de junio fue, en términos bursátiles, extraordinaria, aunque solo sea por el hecho de que el informe de empleo americano de mayo arrojó una diferencia entre las estimaciones de los analistas y la cifra real nada más y nada menos que de diez millones de empleos, provocando un alza fortísima de las Bolsas, la segunda no lo ha sido menos, en esta ocasión por la también fortísima corrección de las Bolsas en la jornada del jueves, tras la reunión y la rueda de prensa de la Fed la noche anterior.
Se esperaba por parte de los analistas una respuesta positiva de los mercados a la reunión de la Fed, no tanto porque se fuesen a acordar nuevos estímulos (los ya anunciados son de una escala sin precedentes) sino porque parecía claro que iba a reiterarse un mensaje de apoyo ilimitado a la economía y a las Bolsas. Un mensaje sin duda suficiente como para animar a los inversores. Y así fue, pero la forma en la que se dio este mensaje no gustó a los inversores.
La Fed dijo que los tipos de interés van a seguir muy bajos hasta fines del 2022, ratificando su voluntad firme de no precipitarse a la hora de levantar los apoyos, pero esta vez los mercados se fijaron más en la otra cara de la moneda. Es decir, lo que vieron y lo que la propia Fed dijo, es que los tipos ultrabajos se mantendrán por un tiempo tan largo porque la atonía económica y el bajo nivel de empleo se prolongarán al menos tres años. Y eso no gustó.
En realidad, estas afirmaciones de la Fed, ciertamente pesimistas ('gloomy') no deberían haber producido ninguna sorpresa. Ya antes de la reunión de la Fed, el lunes pasado el Banco Mundial había pronosticado la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, esta vez acompañada de la primera caída del PIB en los emergentes en 60 años. El Banco Mundial mostraba su preocupación por el hecho de que entren simultáneamente en recesión tantos países, algo que no había sucedido ni siquiera durante la Gran Depresión de los años treinta.
En la misma línea, el mismo miércoles por la mañana, antes de la decisión de la Fed, la OCDE calificó la eventual recuperación económica como "decepcionante" ('dissapointing') y habló de "cicatrices" ('scars') profundas en la economia. La pérdida de PIB al final de 2021 será, según la OCDE, mayor que la de cualquier otra recesión anterior de los últimos cien años. En concreto la OCDE calcula esa pérdida acumulada este año y en el 2021 en más del 6% del PIB global, aunque no descarta una rápida vuelta hacia arriba inicial desde los niveles mínimos, pero insuficiente para recuperar los niveles pre Covid de principios de 2020.
Muy en línea con el análisis de la Oficina Presupuestaria del Congreso americano, al que aludíamos la semana pasada, según el cual el PIB americano no llegará a su nivel pre Covid hasta 2029, Laurence Boone, economista jefe de la OCDE, puso especial énfasis en los obstáculos que encontrará una vuelta a la actividad normal, por el impacto del coronavirus en el empleo y en las quiebras de empresas, así como por los ajustes provocados en la vida ordinaria por el distanciamiento social, que serán duraderos.