Efectos en 'cascada' y tercera fase en las bolsas

Juan Carlos Ureta Domingo, presidente ejecutivo Renta 4 Banco

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Capitalbolsa | 18 may, 2020

Tras el desplome que las Bolsas sufrieron entre el 20 de febrero y el 20 de marzo y tras la fortísima remontada que vino a continuación, entre el 20 de marzo y fin de abril (las fechas exactas pueden variar un poco según los índices) da la impresión de que las Bolsas han entrado estas dos últimas semanas en una fase diferente, cuya principal característica es la volatilidad dentro de una banda estrecha.

Si tomamos como referencia el S&P, las dos o tres últimas semanas ha venido moviéndose entre los 2.800 y los 2.950 puntos, rompiendo ese rango por arriba o por abajo solo de forma transitoria, y resistiendo muy bien la batería de malas noticias sobre la economía norteamericana y global, aunque sin fuerza suficiente como para romper al alza la barrera de los 3.000 puntos. La sensación es que, tras haber recuperado casi en vertical la mitad de la caída desde los máximos, los inversores dudan. Una impresión que refleja seguramente la realidad.

Si lo traducimos en términos económicos, la primera fase, la del desplome, recogió el "shock" producido por la paralización repentina e inesperada de la economía cuando la pandemia se hizo global. La segunda fase fue la de la esperanza creada por las medidas adoptadas de los Gobiernos y los Bancos Centrales. La rapidez y la escala de esas medidas generó la expectativa de que realmente todo pudiese quedar en un mal sueño, volviendo la economía a recuperar su vitalidad y dinamismo en poco tiempo, gracias a esas medidas y gracias al descubrimiento de fármacos o vacunas eficaces frente al virus.

En la tercera fase los inversores se debaten entre la esperanza generada por los remedios puestos en marcha y la realidad de unos datos económicos demoledores que anticipan efectos en "cascada" a medio plazo. Curiosamente, a medida que se va controlando mejor la pandemia y que se vislumbra, aunque sea a lo lejos, el fin de la misma o al menos el paso a una situación menos aguda, empieza también a dibujarse en el horizonte una realidad económica post-pandemia bastante menos amable que la que hasta hace poco imaginábamos. Una realidad en la que la amenaza de la deflación asoma de nuevo, tras el IPC americano de abril, que cayó el 0,8%, la mayor caída mensual desde 2008. La inflación subyacente , excluyendo energía y alimentos, cayó un 0,4%, la mayor caída mensual desde que se elabora la serie estadística.

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