Posicionamiento de cara a las elecciones de EE.UU.
Jason DeVito, CFA Gestor principal de cartera, Deuda de Mercados Emergentes
Donald Trump y Kamala Harris están prácticamente empatados a falta de poco más de una semana para la votación de los comicios. Si la vicepresidenta Harris gana, es poco probable que el statu quo cambie de manera significativa. Sin embargo, si Trump triunfa, las implicaciones para la política exterior probablemente serán de gran alcance, generando diversas oportunidades y posibles riesgos para la deuda de mercados emergentes.
Tensiones con China
El primer mandato de Trump (2017-2021) sacudió irrevocablemente la política de EE UU hacia China, y esta actitud conflictiva hacia el gobierno de Beijing probablemente continuará, sin importar quién gane en noviembre. En muchos sentidos, representa uno de los pocos ejemplos de consenso bipartidista en Washington, y las acciones unilaterales sobre restricciones comerciales y aranceles parecen mantenerse.
Nuestra hipótesis de base bajo una presidencia Trump 2.0 es que finalmente se alcanzará algún tipo de acuerdo entre EE UU y China, con el Gobierno de Pekín haciendo concesiones en el acceso al mercado, como hizo anteriormente con las importaciones agrícolas estadounidenses. Pero será un camino lleno de baches.
Precios de las materias primas
Bajo un segundo mandato de Trump, se espera que los aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos afecten de manera significativa a los precios del aluminio y el cobre. Al mismo tiempo, el republicano podría aumentar las sanciones sobre Irán, aunque es probable que no sean tan efectivas esta vez, ya que actualmente hay un ligero excedente en la producción de petróleo. Además, una desaceleración natural en el comercio global también afectará el precio del crudo.
Por otro lado, un alto al fuego entre Rusia y Ucrania podría aliviar las preocupaciones sobre el suministro de petróleo y gas, mientras que una relación más positiva entre EE UU y Arabia Saudí podría hacer que la OPEP+ devolviera parte de su capacidad de producción de crudo al mercado. Además, la producción de petróleo y gas en EE UU podría ser más fuerte.
También es importante destacar que Trump ha propuesto una agenda de crecimiento económico y estímulo en EE UU, que creemos que beneficiará directamente a las materias primas, proporcionando vientos de cola positivos para muchos países ricos en recursos, particularmente en América Latina.
Presión sobre América Latina
Aunque el impacto de una nueva administración de Trump variará de un país a otro, ciertos aspectos comunes se extenderán por América Latina. La previsión principal es que el presidente Trump aumentará la presión sobre México y otras naciones de América Central y del Sur para abordar la crisis migratoria que ha colapsado la frontera sur de EE UU.
Desde una perspectiva económica, el impacto inmediato probablemente será una reducción general de las remesas procedentes de los ingresos obtenidos en EE UU y enviados a los países de origen. Dicho esto, creemos que también habrá oportunidades para que ciertos países obtengan beneficios, siempre que sean receptivos y cooperativos con el enfoque de Trump.
Otro punto importante a destacar es que probablemente Trump favorezca a los gobiernos occidentales que estén abiertos a la inversión de capital. Un beneficiario clave en este sentido sería Argentina bajo la presidencia de Javier Milei, que ha apoyado con entusiasmo a Trump y a varios conservadores de EE UU.
En cuanto a Brasil, la economía más grande de América Latina, existen diferencias ideológicas obvias entre Trump y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Sin embargo, Brasil también podría beneficiarse, ya que una nueva administración de Trump probablemente vea a este país como un destino clave para el capital estadounidense.
El Salvador y Venezuela serán dos excepciones a esta tendencia general.
Trump ha expresado en el pasado su aprecio por un enfoque duro contra el crimen del presidente salvadoreño Nayib Bukele, aunque también lo ha criticado recientemente en la campaña. Independientemente de la opinión actual de Trump sobre el país y su líder, está claro que una segunda administración de Trump vería a El Salvador como un punto clave en sus esfuerzos por abordar la inmigración y las actividades relacionadas con el narcotráfico.
En Venezuela, donde el presidente Nicolás Maduro continúa aferrándose al poder a pesar de las acusaciones generalizadas de manipulación de votos en las elecciones presidenciales de julio, una nueva victoria de Trump podría adoptar un enfoque más pragmático en el futuro.
Además, el sector petrolero venezolano podría favorecer una mayor distensión entre una segunda administración de Trump y el gobierno de Maduro, dado que la seguridad energética y la asequibilidad son pilares clave de la plataforma del republicano. Sin embargo, este resultado dependerá en gran medida de la influencia y composición de diversas figuras influyentes dentro del nuevo Gobierno de EE UU.
Desafíos en Europa del Este
Con la posible llegada de Trump, Ucrania parece ser el perdedor más obvio (en comparación con el statu quo bajo una presidencia de Harris).
En este supuesto, prevemos que la iniciativa del G7 de utilizar las participaciones rusas en Euroclear para financiar las necesidades bélicas y los costes de reconstrucción de Ucrania podría ser desbaratada por la nueva administración, deseosa de utilizar el acuerdo como palanca para iniciar conversaciones de paz y encontrar una solución a la guerra.
En cuanto al resto de Europa del Este, varios Gobiernos en la región son afines ideológicamente a Trump, como Viktor Orbán en Hungría, y probablemente aprovecharán la oportunidad para hacer provecho político. Sin embargo, también harán frente a demandas para aumentar su gasto en defensa. Además, si, como es probable, se imponen aranceles a las exportaciones de la UE a EE UU, Europa del Este se verá afectada de manera desproporcionada.
Gran parte de la industria manufacturera de la región cubre sectores como los electrodomésticos -o los coches alemanes deslocalizados a Europa del Este- y es probable que los aranceles de la UE sean punitivos en un momento en que los gobiernos regionales se enfrentan a una presión presupuestaria adicional por el aumento del gasto en defensa. Como consecuencia, los impuestos o el endeudamiento pueden aumentar en la región en un momento en que las economías nacionales pueden estar ralentizándose.