El impacto en la industria energética global del nuevo mandato de Trump

Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad

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Capitalbolsa | 20 nov, 2024

Actualizado : 11:47

La reciente victoria de Donald Trump podría tener implicaciones significativas para la industria energética mundial, tanto en el corto como en el medio plazo. Los mercados ya están anticipando buena parte de su enfoque energético, como se refleja en las fluctuaciones de las bolsas y en el comportamiento del precio del petróleo en los últimos días.

Uno de los pilares del discurso de Trump ha sido su clara preferencia por los hidrocarburos, resumida en su ya famosa frase: “perforar, perforar, perforar”. Estados Unidos, el mayor productor mundial de petróleo y uno de los principales exportadores, podría consolidar aún más esta posición con un aumento en su producción. Dado el exceso de capacidad que ya existe en el seno de la OPEP, es razonable prever que el precio del crudo continúe su descenso, siempre y cuando no surjan nuevas tensiones geopolíticas, algo que, no obstante, no se puede descartar. Este entorno de petróleo barato, al que se suma la correlación habitual con los precios del gas, podría ralentizar la expansión de fuentes alternativas de energía, al menos en el corto plazo, debido al efecto expulsión que genera una energía fósil más competitiva.

Este cambio ya está impactando en los mercados financieros. Las compañías eléctricas más vinculadas a las energías renovables han registrado caídas en sus valoraciones bursátiles en los últimos días. Sin embargo, sería un error interpretar esto como el fin de la transición energética en Estados Unidos. Si bien es posible que el gobierno de Trump favorezca coyunturalmente los hidrocarburos e incluso la energía nuclear, el crecimiento estructural de la demanda global de electricidad, junto con el deseo explícito de independencia energética, garantiza que cualquier aumento en la oferta eléctrica será bienvenido. Eso sí, podría observarse un ajuste en la velocidad y el enfoque de esta transición, con un reposicionamiento natural en los precios y las inversiones.

El triunfo de Trump también plantea una pregunta clave: ¿podría su enfoque más conservador hacia la transición energética de Estados Unidos incentivar una mayor inversión en energías renovables en otras regiones, como Europa o Asia? La respuesta parece ser afirmativa. En Europa, las energías renovables y, por extensión, la energía nuclear —impulsada especialmente por Francia— son pilares fundamentales del plan de soberanía estratégica. Este enfoque ha cobrado aún más relevancia desde el inicio de la guerra en Ucrania, que evidenció la necesidad de reducir la dependencia energética de terceros países.

Europa sigue una hoja de ruta clara hacia la transición verde, con políticas bien definidas y un fuerte respaldo social. Esto contrasta con un posible retroceso en la integración de energías limpias a nivel global, derivado de un previsible abandono de Estados Unidos de los Acuerdos de París. No obstante, esta ralentización global no parece suficiente para detener el avance europeo. De hecho, podría incentivar un desplazamiento de inversiones en energías limpias desde Norteamérica hacia la Eurozona, reforzando el papel del continente como líder en la transición energética.

En conclusión, la victoria de Trump introduce una dinámica compleja en el panorama energético global. Mientras que a corto plazo podría favorecer a los hidrocarburos y generar incertidumbre en los mercados de energías renovables, también podría actuar como catalizador para que otras regiones refuercen su apuesta por una energía más sostenible. Como en toda transición, el cambio genera tanto retos como oportunidades, y será clave identificar los sectores y geografías que mejor sepan adaptarse a este nuevo entorno.

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