"El aumento de la tasa de paro de la población activa joven suele ser un buen indicador adelantado de recesión"
Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE)
Desde hace varios meses, los datos del empleo estadounidense muestran un claro giro a la baja después de haberse mantenido mucho tiempo en niveles históricos. La rapidez del deterioro es notable, sobre todo en determinadas categorías.
Es el caso, sobre todo, de los trabajadores jóvenes –entre 20 y 34 años–, donde la tasa de desempleo superó en octubre el umbral del 5 % por primera vez en un año y medio. De hecho, el número de parados ha aumentado casi un 20 % en seis meses, frente a apenas el 10 % de la población activa de más de 20 años. Aunque los datos de noviembre –cuya lectura está distorsionada por la reincorporación de los huelguistas del sector del automóvil– registraron una leve mejora, esta estadística está lejos de ser anodina.
Por un lado, porque el aumento de la tasa de paro de la población activa joven comparado con el total de la población suele ser un buen indicador adelantado de recesión. Por otro, porque esta categoría de la población estadounidense no sale bien parada en otras series macroeconómicas, como los impagos en los créditos al consumo, especialmente las tarjetas de crédito y los créditos para la compra de automóviles. En estos dos ámbitos, el aumento de los impagos graves (más de 90 días) ha sido más fuerte durante los últimos trimestres en las franjas de edad de 18 a 29 años y, sobre todo, de 30 a 39 años. Estos impagos alcanzan niveles que son significativamente más altos que antes de la crisis del COVID. Aunque estas categorías de edad no son las que acumulan el porcentaje más grande de estos créditos, son las que experimentan más dificultades para hacer frente a unos préstamos cuyos tipos se han disparado estos últimos meses hasta superar ampliamente el 20 % en el caso de las tarjetas de crédito. Las causas son un deterioro más rápido del empleo, menores reservas de ahorro y el fin de la moratoria para el reembolso de los préstamos estudiantiles.
Las personas entre 18 y 39 años acumulan el 53 % de los créditos a estudiantes, porcentaje que llega al 33 % solo en el grupo de edad de 30 a 39 años. La reactivación de los reembolsos de los créditos de estudios, plenamente en vigor desde octubre, afecta principalmente a los trabajadores jóvenes, mientras que estos últimos sufren más que el resto de la población para cumplir con los vencimientos de los créditos al consumo y ven cómo su situación laboral se deteriora más rápido que la media. Las consecuencias son notables. Con una contribución importante al consumo discrecional, gracias, entre otros factores, a una mayor predisposición marginal al consumo, la población activa joven también contribuye decisivamente a la inversión, sobre todo residencial. Dicho de otro modo, estas categorías de edad constituyen un motor crucial para el dinamismo económico y más aún en EE. UU., donde el consumo privado representa el 70 % del PIB. Conviene vigilar de cerca las presiones a las que están sometidos los trabajadores jóvenes, tanto en el plano del empleo como en la carga de intereses, con vistas a determinar la trayectoria de la economía estadounidense durante los próximos trimestres.