Artículo científico del día: Religiosidad e inteligencia tienen similar importancia genética
La creencia en Dios, y en otros entes sobrenaturales, ha aparecido con mucha frecuencia en diversas culturas y épocas. En la actualidad hay al menos 4.200 religiones diferentes y se estima que a lo largo de la historia hubo más de 55.000.
Si a esto se le suma el hecho de que, dentro de una misma religión, las personas viven su religiosidad de forma muy diversa (desde los que tienen dudas hasta los que creen ciegamente, desde los que condicionan sus vidas a la religión, hasta los que apenas se ven afectados por creer o no), la variabilidad que las poblaciones humanas muestran ante este hecho religioso es sorprendente.
Su explicación constituye un interesante reto.
Las propias religiones intentan aclararlo. Lógicamente, habiendo tantas y tan distintas, se puede encontrar en ellas todo tipo de justificaciones: una de las principales es que el acto de creer es una elección voluntaria que hacen los seres humanos mediante su libre albedrío. Así pueden creer en una u otra religión y vivir más o menos religiosamente.
Por el contrario, otras religiones sostienen que la fe o la práctica religiosa es un don, que se puede tener en distinto grado, o no tener en absoluto, y que solo Dios lo otorga. La diversidad llega incluso a la propia explicación del fenómeno religioso.
Desde la sociología también se buscan explicaciones. Las hay numerosas. Una de las más tradicionales asume que la religiosidad es un producto de influencias ambientales diseñadas para transmitir y reforzar una serie valores culturales prevalecientes. Pero podemos encontrar otras.