Comentario Apertura: La renta variable se beneficiará de unas perspectivas de crecimiento más favorables
Pedro del Pozo (Mutualidad)
Los mercados han mostrado una creciente tensión desde hace unas semanas, una dinámica que comenzó a gestarse incluso antes de las elecciones en Estados Unidos.
Esta situación parece estar descontando un posible cambio de escenario, que si bien no es completamente nuevo, introduce elementos diferenciadores respecto al pasado reciente. Observamos dos fuerzas que actúan de manera contrapuesta. Por un lado, se mantiene la tendencia subyacente previa, caracterizada por inflaciones más controladas y un proceso de normalización monetaria más avanzado en Europa que en Estados Unidos. Esto, en términos generales, había impulsado un entorno orientado hacia tipos de interés más bajos.
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Sin embargo, este panorama contrasta con los indicios más recientes que apuntan hacia un escenario distinto, marcado por la denominada "put de Trump". En este contexto, Estados Unidos podría experimentar una expansión fiscal significativa acompañada de restricciones arancelarias adicionales. Este enfoque, en última instancia, introduce más presión inflacionaria y genera tensiones en las curvas de tipos. Así lo refleja claramente la curva americana, con el bono a 10 años muy próximo al 4,5%, un nivel crítico tanto para la renta fija como para la renta variable. En Europa, la situación es algo diferente, con una curva de tipos que muestra pendientes más positivas. Los tramos largos permanecen estables, descontando un escenario de recortes de tipos, principalmente como estímulo para la economía en el corto plazo.
En este entorno, los activos financieros enfrentan retos evidentes. La renta fija, como suele ocurrir, es la primera en registrar el impacto de cualquier cambio en las expectativas de inflación. Un aumento de estas expectativas conlleva una normalización más lenta y unos tipos más altos, lo que afecta a los bonos de manera directa. Pero a partir de ciertos niveles de rentabilidad, la renta variable también empieza a reflejar el impacto, principalmente a través de un mayor coste de financiación para las empresas. Además, en un contexto de bolsas ya bien valoradas, podría intensificarse el movimiento hacia activos más seguros, conocido como "fly to quality". Si a esto le sumamos la creciente incertidumbre geopolítica, se genera un entorno que tensiona tanto a la renta fija como a la renta variable.
A pesar de estas complicaciones, es evidente que las preferencias geográficas están más claras. La renta variable estadounidense se beneficia de unas perspectivas de crecimiento más favorables tanto en el corto como en el largo plazo. En Europa, aunque la situación es menos favorable en términos relativos, pueden identificarse oportunidades. Por ejemplo, el nivel de los 4.700 puntos en el Eurostoxx parece un soporte interesante para comenzar a tomar posiciones con una visión de largo plazo. En el plano sectorial, sectores como tecnología, bancos y energía en Estados Unidos salen especialmente favorecidos, consolidando aún más la ventaja de las bolsas americanas sobre las europeas.
En cuanto a la concentración de los mercados, aunque todavía no hemos visto un retroceso significativo, hay indicios de cierto cansancio, especialmente en las bolsas americanas. El mercado parece necesitar una pausa tras semanas marcadas por importantes eventos como las elecciones estadounidenses, los datos de empleo y las decisiones de la Reserva Federal. Todo esto, sumado a un contexto macroeconómico y geopolítico complicado, no favorece un final de año eufórico, pese a que 2024 ha sido razonablemente positivo para algunos activos.
De cara a 2025, es poco probable que veamos un entorno más tranquilo. Las grandes cuestiones que han marcado 2024 —inflación, crecimiento y geopolítica— seguirán siendo protagonistas, aunque probablemente con un cambio en el orden de prioridades. La inflación, que ha sido clave este año, podría ceder protagonismo al crecimiento, mientras que la geopolítica, especialmente en torno a Ucrania, parece ganar relevancia. La nueva presidencia de Donald Trump, aunque aún no ha comenzado, añade un componente de incertidumbre adicional que deberá ser monitoreado de cerca por los inversores.