Diferentes prismas inflacionarios
Análisis Santander Private Banking
En los últimos tiempos hemos asistido a un cambio en la retórica esgrimida por algunos bancos centrales. En el caso del Banco de Inglaterra, su gobernador apuntaba la semana pasada que había límites respecto a la capacidad del banco central para tolerar un avance de los precios por encima de su nivel objetivo (2%), en un contexto donde la depreciación de la libra esterlina sigue derivando en un incremento de la inflación importada.
En EEUU, Yellen señaló que la economía estadounidense se sitúa cerca del pleno empleo y advertía de la posibilidad de sorpresas desagradables si el proceso de normalización monetaria fuera demasiado lento. Asimismo, los presidentes de la Fed de Dallas y de Boston (Kaplan y Rosengren) apuntaron que la Reserva Federal podría estar dispuesta a reducir el tamaño de su balance antes de lo esperado. En cambio, en la zona Euro, la situación en materia de precios no puede ser más diferente. La retórica utilizada por Draghi la semana pasada tras la reunión del Banco Central Europeo hizo hincapié en que cualquier incremento de la inflación en la región, en términos generales, obedece a cuestiones coyunturales (precios de la energía) y no a una mejora estructural del ciclo europeo. La problemática para el BCE a lo largo de este ejercicio se situará en una doble vertiente. A nivel externo, el banco central tendrá que manejar las expectativas del mercado en un contexto donde la inflación se acercaría al 2% en abril-mayo (aunque la subyacente seguiría anclada cerca del 1%). A nivel interno, el riesgo reside en la continuada divergencia en el mercado laboral alemán frente a la periferia.
La consecuencia podría ser que las presiones inflacionistas sean más persistentes en Alemania que en los otros países, que se sitúan aún en una fase más atrasada del ciclo y en los cuales aún no se observan presiones salariales. Por tanto, el ruido proveniente de Alemania puede ser una constante este ejercicio para el BCE. Sin embargo, a medida que pasemos el ecuador del ejercicio, las presiones inflacionistas en la región deberían moderar hasta mediados de 2018 (hasta cotas del 1,3%-1,4% en términos generales), lo que justificaría que el QE se mantuviera en la zona Euro en 2018, aunque a un ritmo inferior al previsto en 2017 (tapering gradual). Más allá de la retórica de los bancos centrales, la evolución del mercado en el más corto plazo seguiría dominada, por un lado, por un entorno cíclico donde esperamos que se mantenga el buen tono mostrado por las publicaciones contemporáneas en las últimas semanas, y, por otro, por el programa económico de Trump, con dos focos principales: política comercial (proteccionismo) y la definición de las medidas fiscales.