De marejada a marejadilla
Santander Private Banking
Actualizado : 17:03
En las últimas semanas los registros publicados en EEUU han tomado un cariz algo más positivo. Entre otros, hemos conocido ventas de autos, ventas minoristas y producción industrial de marzo, que apuntan a cierta revitalización de la actividad en la última parte del 1T18, tras unos meses donde el buen tono de los registros de confianza no se veía reflejado en los datos reales de actividad.
En este contexto, tiene sentido que de cara a la publicación de los datos de crecimiento correspondientes al 1T18, que conoceremos esta semana, el ritmo de actividad de la economía estadounidense se anote una desaceleración respecto a la última parte del pasado ejercicio, con un crecimiento cercano al 1,7% en tasa trimestral anualizada.
Esta desaceleración obedecería a la ya “tradicional” debilidad estacional de la economía americana en el primer trimestre del año, lo que desembocaría en un patrón de crecimiento con registros de PIB más sólidos en la parte central del ejercicio. En lo que respecta a la zona Euro, las referencias publicadas en las últimas semanas han dado muestras de cierta debilidad. En concreto, nos preocupa el deterioro de algunos indicadores de actividad real de la región (producción industrial, ventas minoristas, etc...) así como de confianza empresarial.
A todas luces se trata de una caída moderada, con variables que se sitúan en niveles compatibles con un crecimiento de la región en torno al 0,5% en tasa trimestral, pero que refleja que la zona Euro ya habría alcanzado su máximo grado de aceleración y que, a partir de ahora, no cabría esperar excesivas sorpresas positivas en materia de crecimiento. En cualquier caso, hay que remarcar que los matices anteriormente mencionados se enmarcan en un contexto cíclico a nivel global cuya tendencia a medio plazo se mantiene en coordenadas sólidas.
Así lo reflejan las previsiones que manejan los diferentes organismos internaciones, que en la última actualización de sus respectivos cuadros macro (OCDE hace algunas semanas y FMI la semana pasada), revisaron al alza sus previsiones de actividad para el conjunto de las economías desarrolladas de cara a 2018. No obstante, a pesar del justificado optimismo cíclico, estos organismos (en particular el FMI) no olvidan añadir una nota de cautela. Y es que, dadas las condiciones financieras actuales, los riesgos para la estabilidad financiera y el crecimiento son significativos.
Esto refleja el hecho de que, en los últimos años, los tipos de interés bajos han fomentado un entorno en el que las vulnerabilidades se han ido consolidando (endeudamiento, reducción de la calidad del crédito, entre otras). A pesar de estos riesgos, todo parece indicar que el fondo macro se mantendría en coordenadas saludables de cara a los próximos meses, ejerciendo de principal elemento estabilizador del mercado frente a la incertidumbre que pueda seguir emanando de otras parcelas más volátiles como la política comercial o la misma geopolítica.