Santiago Niño Becerra
¿Cuánto puede soportar el pueblo teniendo en cuenta que no estamos en 1870 y que esto no es París?
Como en 'The Day After' (Nicholas Meyer, 1983). España también se enfrenta a su propia explosión nuclear, sólo que esta vez está teniendo una duración dilatada en el tiempo: comenzó en Mayo del 2010 y el Miércoles 11 vimos uno de sus actos, que, pienso, no será el último.
De entrada vuelvo a decir que en España las cosas no se han hecho bien: cada vez que desde el 2010 se han metido las tijeras, se han metido sin realizar previamente un análisis de gasto: lo que se gasta, ¿se gasta de forma eficiente?, al revés se ha ido hacia la linealidad. Un café para todos, sobre todo para los más débiles, porque son los que menos pueden protestar por lo que el coste político es menor: los funcionarios: contando reducciones salariales, aumentos de jornada e impacto de la inflación sobre sus salarios congelados, llevan perdido el 22% de su remuneración, pero, ¿qué coste político tiene eso si tanto este Gobierno como el anterior ya se encargaron de demonizar al colectivo de forma reiterada? (Les recuerdo que la Universidad Ramon Llull es totalmente privada, por lo que no me estoy refiriendo a mi mismo).
El día después España se enfrenta, más que en cualquier otro momento hasta ahora, a una realidad verdaderamente pavorosa. Unos dicen que estos recortes y subidas de impuestos eran necesarias para cumplir con los compromisos de déficit y demostrar a los mercados que va a haber pasta para pagar los intereses de la deuda pública que se debe; y bueno, sí, pero ir por ahí supone asumir que la vía de reemprender la actividad y aumentar la recaudación fiscal esta liquidada, cerrada, con todo lo que ello supone, claro: retroceso en el estándar de vida, empobrecimiento, penuria social, ... e interiorizando que eso va a ser así durante mucho, mucho, mucho tiempo: lo poco que se recaude va a ser para pagar intereses: Latinoamérica 1980s.
Otros, como el profesor Krugman, dicen que recortes y restricciones solo llevan al empeoramiento de las condiciones económicas, al agotamiento de los pocos manantiales de crecimiento que pudieran haber, y a la anemia crónica; y sí, cierto es suponiendo que fuésemos a continuar con el mismo modelo al utilizado hasta ahora, lo que no va a ser. Además, para ir por ese lado sería preciso que a España le financiasen, cosa que, a diferencia de los que le sucede a USA, no pasa.
¿Cómo es el día después de España?, pues muy triste. El Miércoles, por boca del Sr. Presidente del Gobierno en un discurso que a mí me sonó a dictado, y por el rostro del Sr. Ministro de Economía que a mí me pareció profundamente apenado, la ciudadanía pudo entender que empezaba otra cosa diferente, una etapa nueva. Sin brotes verdes y sin promesas; de dura realidad sin paliativos; de esa así porque así nos han dicho que tiene que ser por lo que no puede ser de otra manera; y no para construir un futuro mejor, sino orientado a pagar lo que se debe y buscando la mera supervivencia.
Como en 'The Day After' el paisaje es de desolación. España se está portugalizando: ayer se subió el IVA hasta el 21%, mañana puede imponerse la viñeta en los vehículos, pasado mañana una tasa de 20 euros en las visitas al ambulatorio, al siguiente incrementar el IVA hasta el 23%, o hasta el 25%, ... Y también se está grieguizando: hoy ha sido la eliminación de una paga a los funcionarios, mañana puede ser la reducción de las pensiones, pasado la liquidación de otra paga, al siguiente la eliminación del 20% de los ayuntamientos (sin beneficio alguno para la ciudadanía, claro). También puede darse una combinación de portugalización y grieguización, naturalmente.
Y como colofón lo de la devaluación fiscal para ganar competitividad. La competitividad hoy se obtiene e incrementa aumentando la productividad, y eso se consigue con inversión y utilizando un factor trabajo con cualificación creciente. Empobrecer a la ciudadanía, reducir los servicios a los que esta puede acceder hoy no mejora la competitividad, degrada la oferta y desvaloriza el PIB de una economía, la española, en la que sus empresas lucen una bajísima tasa de capitalización. Uno de los enormes problema de España estriba en que lleva décadas, muchas, pensando así, ... y así le va a España.
La pregunta es, ¿cuanto puede soportar el pueblo teniendo en cuenta que no estamos en 1870 y que esto no es París?. Y la respuesta es que mucho, y más será cuando la inmensa mayoría de la ciudadanía constate que no hay nada más allá del subsidio de subsistencia que se pueda conceder. El ejemplo lo tenemos aquí: ¿creen Uds. lógico que con una tasa de desempleo del 52% los jóvenes no hayan montado ya un sarao de mil demonios?.
"Hacemos lo que no hay más remedio que hacer", dijo el Sr. Presidente del Gobierno en el Parlamento el pasado día once, pienso que le faltó verbalizar algo que sugirió: 'porque nos lo imponen'.
Desde luego Spain is different. Salimos de una dictadura sin despeinarnos aunque con una inflación de superécord mundial; en cuatro días improvisamos unas regiones cuya sostenibilidad económica nadie se plantea; tenemos iniciativas del tipo de aquella 'Esto solo lo arreglamos entre todos' (¿se cuerdan? (www.estosololoarreglamosentretodos.org: No, no accedan: la página ya no está operativa); y ahora nos fijan la hora en que tenemos que ducharnos dándonos tan sólo 'hasta 100 mM' y permitiéndonos que no cumplamos durante un año algo que era superobvio que no podíamos cumplir.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.