Ponernos en la piel de los demás no sirve para eliminar los prejuicios: es mucho más eficaz hablar con ellos
La investigación al respecto sugiere que tratar de "ponerse en el lugar de otra persona" simplemente imaginando cómo es la vida de los demás no suprime o debilita los prejuicios, ni tampoco cambia la mentalidad, sino que en realidad uno puede aumentar la resistencia al otro, amplificando la dicotomonía Ellos/Nosotros.
Tal y como describe Adam Grant en su último libro Think Again, a lo largo de veinticinco experimentos se demostró que imaginar las perspectivas de otras personas no sirvió obtener conocimientos más precisos de los demás y, en ocasiones, hizo que los participantes se sintieran más seguros de sus propios juicios inexactos, de sus prejuicios.
Dicho de otro modo: no podemos imaginar lo que no sabemos. Si queremos empatizar o confraternizar con los demás, debemos entenderlos, y si queremos entenderlos, tenemos que hablar con ellos.
Tribalismo, comercio e interacción
Cuanto mayor sea la distancia entre nosotros y un adversario, más probabilidad tenemos de simplificar demasiado sus motivos reales e inventar explicaciones que se alejen mucho de su realidad. Lo que funciona no es la toma de perspectiva, sino la búsqueda de perspectiva: hablar con la gente para comprender los matices de sus puntos de vista.