No importa el repunte desbocado. Es hora de sacar algunas fichas de la mesa.
Es hora de tomar ganancias, recortar las velas, jugar con el dinero de la casa o podar su cartera. Los mercados financieros: el mercado de valores y el bitcoin– han tenido una racha espectacular últimamente. El S&P 500 ha subido más del 27% en 2024. La semana pasada, el bitcoin también superó por primera vez el hito de los 100.000 dólares y este año ha aumentado más del doble.
Según muchos indicadores, las acciones están sobrevaloradas, pero esa presunta sobrevaloración se ve compensada, al menos en parte, por la reciente caída de las tasas de interés.
Aun así, la relación precio-beneficio a futuro del S&P 500 es de aproximadamente 23 veces las ganancias de 2025, mientras que la relación precio-beneficio a futuro es de 28. Ambos se encuentran en el extremo más alto de los rangos históricos.
Por supuesto, las valoraciones son imprecisas cuando se utilizan como herramientas para predecir el momento en que se inicia el mercado. Dicho esto, las relaciones precio-beneficio no son el único indicador de la efervescencia del mercado.
La capitalización bursátil, como porcentaje del producto interno bruto, se encuentra en un máximo histórico. Las valoraciones de las acciones están superando los máximos observados en todos los ciclos de mercado alcista anteriores.
De manera similar, la capitalización del mercado de valores de Estados Unidos representa aproximadamente el 60% del valor de los mercados de valores del mundo, dependiendo de la medida que se utilice.
Aún así, en todos los aspectos, Estados Unidos nunca ha sido tan dominante.
Los inversores se muestran cada vez más complacientes
Estados Unidos alberga empresas que valen billones de dólares. Además, los mercados nacionales han superado con creces a los mercados mundiales durante los dos últimos años.
Ese desempeño superior se refleja en una renovada complacencia entre los inversores que creen que los buenos tiempos continuarán hasta bien entrado 2025.
El índice de volatilidad CBOE, el llamado indicador del miedo es una prueba fehaciente de ello. El VIX cayó por debajo de 13 el viernes, lo que indica que hay muy poco miedo entre los inversores. Este puede ser un indicador contrario que aparece justo cuando se avecina una corrección significativa.
Es cierto que existe justificación para el dominio del mercado estadounidense.
Estados Unidos sigue siendo líder mundial en materia de tecnología. La economía del país está creciendo más rápido, con menos inflación que casi cualquier otra economía importante, y está disfrutando de un auge de productividad que no hemos presenciado en décadas.
Pero hay señales de exuberancia irracional incluso más allá de los lugares tradicionales donde mirar.
El precio del bitcoin, que recientemente ha superado los 100.000 dólares por moneda, ha experimentado una tendencia absolutamente parabólica. Es un patrón de cotización que puede acabar en un desplome espectacular.
La predicción del presidente de MicroStrategy, Michael Saylor, de que la criptomoneda insignia alcanzará los 13 millones de dólares en 2045 recuerda ominosamente al libro de Jim Glassman y Kevin Hassett de 1999 “Dow 36,000: La nueva estrategia para sacar provecho del próximo aumento en el mercado de valores”.
Justo cuando Glassman, Hassett y otros predijeron un aumento inminente de las acciones, éstas se desplomaron en 2000 y volvieron a desplomarse en 2008.
Gestionar el riesgo en tiempos de exuberancia
Sigo convencido de que las criptomonedas —y el bitcoin más específicamente— constituyen la mayor buruja de mercado en la historia del mundo.
Y lo digo después de que una presunta obra de arte —un plátano pegado a una pared— se vendiera por la principesca suma de 6,2 millones de dólares y posteriormente fuera devorada por su dueño .
Se dice que el arte está en los ojos de quien lo mira y, ahora, también en el estómago.
En ciclos históricos pasados, el intento de alcanzar el cielo al estilo de la Torre de Babel ha servido como señal definitiva de que el mercado ha alcanzado su punto máximo.
Por supuesto, nunca es sensato que los inversores a largo plazo simplemente vendan todo y opten por el efectivo. Saber cuándo invertir en el mercado es un juego arriesgado y, a menudo, una tarea inútil.
Aun así, es prudente reequilibrar la cartera para no tener una sobreponderación excesiva de los mayores ganadores del mercado.
Buscar oportunidades en activos debilitados también tiene sentido en este momento, dada la amplia brecha entre ganadores y perdedores en todo el mundo.
Tampoco recomendaría nunca deshacerse de todos sus bitcoins, ya que me he equivocado sobre su precio desde su inicio. Sin embargo, advertiría que, como en cualquier burbuja, los primeros inversores se benefician como bandidos y los que llegan tarde se quedan con el problema.
El nuevo año traerá consigo una enorme incertidumbre en materia de políticas fiscales y monetarias, así como en materia de comercio e inmigración. Todos estos factores pueden tener consecuencias imprevistas en los mercados económicos y financieros.
El riesgo geopolítico parece estar aumentando, y la brecha entre ricos y pobres nunca ha sido tan grande.
La combinación de estos factores podría resultar combustible y conducir a resultados menos que ideales en Wall Street, Main Street y Washington.
Quiero advertir contra la complacencia y recomendar vigilancia.
Como la nación parece estar en una forma u otra de transición, la transición a una posición de seguridad puede no sólo ser prudente sino también bastante sensata.
Berkshire Hathaway, de Warren Buffett, tiene la mayor pila de efectivo que haya acumulado jamás: 325.200 millones de dólares.
Si la prudencia es lo suficientemente buena para el Oráculo de Omaha, debería ser lo suficientemente buena para ti.